Desde pequeño, hijo de la cantante y bailarina Mercedes Cortés y el baterista Roberto Fonseca, escuchó en su casa diversas sonoridades y con 11 años descubrió los géneros urbanos y la improvisación, esta última apreciada por él como un medio para visibilizar y experimentar estados emocionales.
‘Fue entonces cuando decidí que el jazz formara parte de mi vida como sentimiento de libertad y herramienta de comunicación con las personas. Formé grupos de ese género en la escuela, sin mucho dominio, pero sí con el interés del estudio y el aprendizaje’, afirmó en entrevista con Prensa Latina.
Especialmente conmovido por la destreza del trompetista y compositor estadounidense Miles Dewey Davis (1926-1991), Fonseca definió un acento peculiar y una forma de tocar percusiva, desde la improvisación rítmica y el minimalismo.
‘Soy graduado de música clásica y puedo interpretar las obras de Serguéi Rajmáninov, Johann Sebastian Bach y Ludwig van Beethoven, pero prefiero buscar colores en la música y los espacios o silencios, soy muy sensible a la armonía’, reconoció el artista.
Tras su debut en 1991 en el Festival de Jazz de La Habana, grabó su primer disco En el Comienzo, junto a Javier Zalba y el grupo Temperamento, fonograma nominado como Mejor Álbum de Jazz de Cuba en 1999 y luego Akokan, cuyo significado es corazón en dialecto africano yoruba.
La inspiración emana de su propio entorno: ‘una hoja que se mueve, una ola, una persona que camina’, de ahí ese estilo perfectamente reconocible, y la historia nace en el silencio de su habitación donde la melodía es la protagonista y reflejo inexorable de su vida.
Considera que el jazz creado en el país antillano gana terreno a nivel internacional pues ‘todos quieren saber qué hacen los músicos cubanos y una de las intenciones del JazzPlaza es despertar el interés en el artista foráneo, la necesidad de visitar el país, aprender y tocar con nosotros’, afirmó el pianista.
El preludio de ese evento internacional, constituido en 1980, fueron los conciertos promovidos por el cantante y multiinstrumentista Bobby Carcacés en la Casa de Cultura del habanero municipio Plaza de la Revolución y, actualmente, reúne a solistas y agrupaciones del mundo.
El sueño de Fonseca es que todos los músicos internacionales visiten Cuba para experimentar las prácticas culturales emanadas de celebraciones típicas como las fiestas de santo, los toques de rumba, las festividades campesinas o los conciertos de música tradicional, inclusive el ballet y las obras de teatro.
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