“¿Qué se necesita para ser policía? Ser un asesino de noche y de día”, corearon este fin de semana cientos de mujeres congregadas en las afueras de la Comandancia General de la Policía Nacional, en Quito, para exigir políticas públicas contra la violencia de género.
A lo interno de la sociedad ecuatoriana se expande el sentir de que los oficiales son los responsables de crímenes, como el caso de Bernal, y que son incapaces de cumplir con lo que consideran una de sus funciones, la de otorgar seguridad y protección a la ciudadanía.
Ecuador vive la peor crisis de inseguridad de su historia, con dos mil 500 muertes violentas reportadas hasta septiembre en 2022, la mayoría vinculadas al crimen organizado y al narcotráfico.
Si bien analistas reconocen que para un país es necesario contar con un cuerpo policial para mantener el orden social, en esta nación andina es imprescindible una reforma de esa fuerza, tanto en su funcionamiento como en la formación de los agentes.
El caso de Bernal expuso aún más la problemática, pues el crimen tuvo lugar al interior de la Escuela Superior de Policía, mientras varios uniformados escucharon y conocieron del hecho pero ninguno hizo nada.
Paralelamente, existe hoy una gran expectativa sobre cómo responderá el presidente Guillermo Lasso al ultimátum que dio al comandante general de la Policía Nacional, Fausto Salinas, para localizar a Cáceres antes del 2 de octubre y el acusado aún está prófugo.
A raíz del asesinato de la abogada el mandatario reemplazó al ministro del Interior, Patricio Carrillo, por Juan Zapata, quien prometió reformar las fuerzas del orden, pero se manifestó contrario a la destitución de Salinas para no dejar “descabezado” al mando policial.
Una reforma institucional a la policía ecuatoriana supone poner fin a los valores machistas y patriarcales impartidos en sus escuelas y cuarteles, que deben ser reemplazados en los planes de formación profesional y fomentar el respeto de los derechos humanos.
Así opinó el periodista y analista Leonardo Parrini, director de la revista digital Lapalabrabierta, para quien la crisis policial existente es un problema estructural que va más allá de la denominación y gestión individual de las personas.
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