El líder de la nueva rebelión, incruenta, es un capitán, Ibrahim Traoré, quien asume el poder con casi la misma plataforma que su antecesor: la eliminación de los grupos islamistas que asolan zonas de este empobrecido país del oeste africano.
Sin embargo, no es la misma, pues tras aceptar la renuncia de su antecesor, el teniente coronel Paul Henri Damiba Sandaogo, en sus primeras declaraciones públicas el capitán Traore fue más lejos cuando declaró que en su país todo está por hacer.
Debemos acelerar el paso; en Burkina todo es urgente desde la defensa, hasta la seguridad pasando por la salud, la acción social y la infraestructura, dijo el oficial.
Pero fue más lejos aún cuando tranquilizó a los integrantes de la Comisión Económica de Estados de África Occidental (Cedeao) a quienes aseguró sin mencionarlos un mensaje claro: la fecha de las elecciones para el regreso al gobierno civil, 2024, sigue vigente y, de ser posible, serán convocadas antes.
En términos del golpe en sí lo primero que salta a la vista el tempo pues ocurrió solo horas después que Damida Sandaogo hablara ante la Asamblea General de la ONU, lo que indica que el golpe estaba en gestación y que su apoyo en el seno de las fuerzas armadas era, cuando menos, endeble.
La pieza faltante del rompecabezas es quién, o quiénes, están detrás de la remoción del teniente coronel, muy miope, fue traicionado por sus próximos o cometió el error suicida de confiar demasiado en su permanencia como presidente del país, cargo que asumió pocos días después de defenestrar a Christian Kaboré.
Inserto en este cuadro resalta que tan pronto se escucharon los primeros disparos en esta capital, centenares de manifestantes asediaron la embajada de Francia y demandaron la retirada del contingente militar galo, una exigencia que se repite en la misma región.
Meses atrás el gobierno militar de Mali acusó a París de intentar su desestabilización y acusó a los militares galos de la Operación Barkhane estacionados en su territorio de colusión con los movimientos armados islamistas que controlan gran parte de su porción septentrional y demandó su retirada.
La Operación Barkhane es hija de acciones similares por Francia en los estados del Sahel, a saber, Serval y Epervier, ninguna de las cuales logró su objetivo primario: liquidar a los grupos islamistas.
En política cuando concurren similitud de circunstancias conviene descartar la casualidad y este torbellino de asonadas castrenses y auge de las acciones islamistas en países sahelianos otrora colonias francesas es demasiado significativo para pasarlo por alto en momento de recomposición del mapa geopolítico mundial.
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