Pauline Boudry (Suiza) y Renate Lorenz (Alemania) son las autoras de este proyecto, que llena de humo el hermoso edificio del Parque del Retiro madrileño, proveniente de seis instalaciones de espejos. En medio de la penumbra, surge la voz de la compositora e intérprete venezolana Aérea Negrot.
El cristal es mi piel, es el nombre de este acontecimiento cultural que estará abierto al público hasta el 9 de abril de 2023, y que en un día otoñal este jueves, especialmente luminoso, llamó la atención de miles de visitantes de uno de los pulmones verdes de la capital española.
“Las artistas usan en El cristal es mi piel algunos de los recursos habituales en su trabajo. El humo, como forma de opacar, de ocultar para no ser conocido ni normalizado. Un humo que difumina y nos aleja de encorsetamientos y codificaciones”, comentó la coordinadora de la muestra, Soledad Liaño.
Un vehículo eficaz para impugnar y subvertir unas derivas enquistadas en la sociedad, tornando todo en un medio más permeable y difuso para una colectividad que rehúye de cualquier opción dualista, agregó Liaño.
Como explicaron Boudry y Lorenz, junto al director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, que patrocina el evento, recrea una gran escenografía a partir de algunos de los elementos más habituales en sus creaciones, como el humo, los escenarios y la performance, y ponen el foco en varios de los temas que interesan a ambas.
La revisión de la herencia cultural, en este caso particular el pasado colonial del Palacio de Cristal, los discursos de género y especialmente la teoría “queer” (sobre una identidad sexual extraña o poco habitual).
Su producción artística cuestiona las normas de las narrativas históricas, así como las convenciones asociadas al espectador, generando nuevos escenarios para “reimaginarlos”.
Por un lado, los muros translúcidos en la idea moderna de transparencia en el Palacio de Cristal, y de otro el lugar que se construyó para la Exposición General de las Islas Filipinas de 1887 con miras a conocer la vida y cultura de la colonia española desde el siglo XVI por más de 300 años.
Impregna al ambiente nuboso por el humo los timbres de Negrot a través de 17 altavoces distribuidos por el espacio, que invita al público a moverse en busca de la canción, lo cual genera una coreografía caprichosa y espontánea.
mem/ft