Por Yillian Arzuaga Piña
Redacción de Cultura
Dueña de una técnica envidiable, majestuosidad y elegancia, la actual directora del Ballet Nacional de Cuba (BNC) seduce con cada pirouette, grand jeté, arabesque, fouetté o cuanto movimiento exhiba sobre las tablas, como digna discípula de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso.
Desde sus primeros pasos en el universo de esta disciplina (1994), Valdés acaparó la atención de estudiantes y maestros de la Escuela Nacional de Arte, pues su talento deslumbró a la leyenda de la danza Alonso, con quién comenzó a trabajar desde los 17 años.
A solo un año de iniciada su carrera en la prestigiosa compañía -que hoy lidera-, fue promovida a bailarina principal y años después (2001) se erigió como una de las principales figuras de la academia.
En su piel cobraron vida algunos de los personajes más icónicos de los clásicos indiscutibles de esta disciplina como El lago de los cisnes, Don Quijote, Giselle o El cascanueces, mientras compañías de renombre mundial la acogieron con su maestría en escena. En tal sentido sobresalen sus actuaciones en el Ballet Mariinski, de San Petersburgo, y el Teatro Bolshói, ambos de Rusia, así como The Washington Ballet, Estados Unidos; The Royal Ballet de Londres, Reino Unido y el Royal Ballet de Dinamarca, entre otros.
Precisamente desde las tablas internacionales se hizo eco de la cultura, las tradiciones e identidad cubana, en coherencia con una visión de la danza como plataforma vital en la “formación de la identidad de las raíces, debido a que el baile se encuentra intrínseco en el ser humano, como decía Alejo Carpentier”.
DEDICACIÓN Y TALENTO
En exclusiva con Prensa Latina, señaló que esta manifestación es una de las más difíciles del arte, pues exige “lograr el perfeccionamiento y luego la interpretación unida a la técnica académica”, lo cual se convierte en un proceso muy complejo, “que requiere dedicación y talento”.
Tales presupuestos rigen su trabajo al frente del BNC, donde procura renovar la danza y ofrecer versiones adecuadas a sus características, sin perder el sello distintivo, pese a los constantes cambios en el cuerpo de baile, experimentados en tiempos recientes.
En los últimos años, Valdés asumió grandes retos al dirigir el conjunto en aras de mantener el prestigio alcanzado a lo largo de 75 años, que lo ubican en lo más alto de los podios del orbe, permitiendo crecimiento y popularidad, además de la extraordinaria importancia en Latinoamérica como único instituto con características propias reconocido en la región.
“En algunas academias del continente se asumen metodologías de escuelas europeas como la rusa, que es muy popular por su virtuosismo propio, pero Cuba, siendo una pequeña isla del Caribe, ha demostrado que es posible adaptar el ballet a las maneras expresivas de un pueblo”, puntualizó la primera bailarina.
De igual forma evocó la magia impresa en los artistas del conjunto, que cuando “acuden a cualquier escenario se nota, en su técnica, en su virtuosismo, en ciertos pasos, la manera de trabajar en pareja”.
“Los cubanos son muy queridos como compañeros de escena y no pasamos desapercibidos. Ningún país del continente ha consolidado una escuela de ballet con características propias y un sistema nacional de enseña integral, gratuito y accesible como el nuestro, que además se nutre de los mejores talentos”, destacó Valdés.
Acreedora de la Medalla de Oro en el Festival Dígnale Danza de Italia (1994), el Grand Prix del Concurso Nacional de Danza (1994), y el Premio de Interpretación Femenina (2009) de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, la creadora asumió la organización de la edición 27 del Festival Internacional de Ballet de La Habana, que acontece del 20 de octubre al 13 de noviembre.
CON IDENTIDAD PROPIA
Insertado en el programa de actividades por el Día de la Cultura Cubana, el evento reverencia “esta significativa fecha para nuestro país, pero también constituye una forma de celebrar esa jornada, pues el BNC es patrimonio de la isla”.
El encuentro que lleva el nombre de Alicia Alonso reafirma, además, “cuanto el ballet está unido al país caribeño y a su pueblo, como parte indisoluble de nuestra cultura, es una ratificación de cómo a través de la danza, el cubano también expone sus valores, sus sentimientos y muchas de las características que nos identifican como seres sociales y como nación”, refirió la artista.
Debemos estar orgullosos “de tener un ballet con identidad propia, estrechamente ligado a las raíces que tejen nuestra hermosa cultura”, aclaró la primera bailarina quién es -luego de Alonso-, el rostro femenino del BNC.
Una de las propuestas más esperadas de la vigésimo séptima edición de la cita del ballet en la urbe habanera reside en la reaparición de Viengsay Valdés en escena de la mano de la icónica Giselle, en ocasión del aniversario del debut de Alonso junto al American Ballet Theatre.
“Justamente ese día es una evocación de dicha presentación en un papel tan significativo para su carrera, un rol que ella amaba de manera muy especial, por lo cual esta fecha siempre está incluida en los festivales para honrarla como figura fundadora de nuestro ballet”.
De igual forma, anunció que en el marco del festival tendrá lugar, el 28 de octubre, la conmemoración por el aniversario 75 de la compañía, “y ese día también se le rendirá homenaje a Alicia, independientemente de la interpretación de otros clásicos”, apuntó.
Ante el reto de superar propuestas artísticas anteriores, la bailarina expresó que el festival cubano adquiere una gran importancia, porque es el más antiguo a escala mundial, fundado por tres figuras esenciales de la danza en la isla, Alicia, Fernando y Alberto Alonso.
Asimismo, “reúne un cúmulo de estrellas internacionales en un mismo escenario sin ánimos de competencia, por el contrario, fomenta un ambiente de intercambio, respeto y amistad”, agregó Valdés.
En tal sentido, la artista señaló que con una variada programación, el evento expone las disímiles tendencias modernas y acerca al público a estilos distintos del BNC, al compartir escena con colegas de otras compañías, lo que propicia oportunidades de crecimiento y de aprendizaje, además de brillar ante espectadores que saben apreciar el arte y lo agradecen.
“Este evento tiene por tradición más de 60 años, con una afluencia de artistas invitados de renombre internacional que vienen a participar en el espectáculo, sin ánimos de lucro, con ansias de interpretar en la isla todo lo que hacen en sus compañías, reflejo del éxito de nuestro país en este sector”.
Y así, como un amuleto de luz que guía el rumbo del BNC, Viengsay Valdés se adentra en el calendario de la esperada cita del ballet, mientras ejercita para emular sus éxitos en escena y fija el curso del futuro de una institución, Patrimonio de la Cultura Cubana.
arb/yap