Si hace tres semanas atrás los azules (color que identifica al Parrido Demócrata) en el Senado y de la Cámara de Representantes se sentían confiados en sus posibilidades de cara a las elecciones intermedias del 8 de noviembre, la situación ahora cambió.
Estaban animados por la promulgación de una nueva y audaz reforma fiscal y una ley sobre el clima, pero el impulso se desvanece junto con la esperanza de que ocurriera una reacción de los votantes contra el Tribunal Supremo conservador por su decisión de junio de abolir el derecho al aborto.
El martes Biden prometió en un discurso que, si los demócratas mantienen el control del Congreso tras los comicios de noviembre, consagrará el derecho al aborto en el país.
Su compromiso es un intento por movilizar a la base demócrata a escasos días de unas legislativas que no dan nada por hecho, pero que, al parecer, comienzan a decantarse por los republicanos.
«El primer proyecto de ley que enviaré al Congreso será codificar Roe v. Wade», dijo Biden, al referirse al histórico fallo de la Corte Suprema que hace medio siglo legalizó aquí el aborto, y que en junio anuló el mismo tribunal.
El mandatario llamó a votar «¡si quieren proteger el derecho de una mujer a elegir!” y subrayó en ese sentido desde el teatro Howard en esta capital la importancia de las cercanas elecciones.
«Le pido al pueblo estadounidense que recuerde cómo se sintió el día en que se produjo esa decisión judicial extrema», expresó al dirigirse en particular a los electores jóvenes y concluyó exclamando: «¡Voten, voten, voten!».
Sin embargo, los empadronados serán realmente movilizados por el tema de la economía, ese el problema más importante al que se enfrenta el país en este momento y no el aborto, de acuerdo con las encuestas.
Un reciente estudio de opinión de Reuters-Ipsos señaló que apenas uno de cada 10 entrevistados daba al aborto como el asunto más acuciante ahora mismo.
Por su parte, la propia investigación mostró que el índice de aprobación del presidente ronda tan solo 40 por ciento, mientras aumenta la ansiedad de votantes sobre la situación económica y la galopante inflación.
El tanteo indicó que los números de Biden no cambiaron respecto a una pesquisa de hace una semana, pero está cerca del punto más bajo de su presidencia, después de experimentar previamente una mejora moderada.
Los demócratas recibieron oxígeno en el ciclo electoral de mitad de mandato tras la decisión del Supremo, hasta ese momento el Partido Republicano (rojos) había liderado más cómodamente la votación genérica del Congreso y las carreras clave.
El senador Bernie Sanders (Independiente de Vermont), que está pensando en una posible candidatura a la presidencia en 2024, advirtió que el Partido Demócrata pasó demasiado tiempo hablando del derecho al aborto y no lo suficiente sobre la desigualdad económica.
Era necesario –apuntó- la aprobación de leyes más fuertes para ayudar a los estadounidenses que luchan por pagar la atención médica, los medicamentos recetados y otras necesidades básicas.
En la actualidad, muchos legisladores demócratas insisten en que la impopularidad del presidente es un lastre para sus propias perspectivas.
Las elecciones de mitad de mandato renovarán los 435 escaños de la Cámara de Representantes y 35 de los 100 del Senado; también entran en juego 36 gobernaciones y otros cargos a nivel estatal y local.
Los rojos solo necesitan cinco escaños más para retomar la Cámara Baja y uno para obtener la mayoría en la Alta.
El partido del presidente en funciones casi siempre pierde terreno en las elecciones de mitad de mandato, y lo ha hecho en todas las contiendas, excepto en dos, desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945.
Los pronósticos apuntan a que los demócratas podrían perder su ajustada mayoría en una o ambas cámaras, un escenario que no sería nada bueno para los dos años que le restarían a Biden en la mansión ejecutiva y, sin dudas, un mal presagio para los azules en las presidenciales de 2024.
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