Durante un evento en Winchester, Virginia, señaló que la política de alzas de tasas de interés es desafiada por el todavía elevado ahorro de los consumidores, unos mercados laborales aún ajustados y los continuos problemas de oferta.
Indicó que las herramientas aplicadas por la entidad financiera para calmar la demanda y devolver la inflación al objetivo del dos por ciento operan con retraso y se han visto limitadas por los elementos artificiales del entorno actual.
Como consecuencia, que la oferta y la demanda vuelvan a alinearse puede requerir aún más de nosotros, creando un riesgo para la economía en general, amplió.
“Llegar a la normalidad puede llevar a una desaceleración”, insistió.
No obstante, reconoció que ese es un riesgo necesario para la FED, pues está obligada a contrarrestar lo que sería un resultado aún peor si las expectativas de inflación comienzan a aumentar.
Entonces, resumió, el banco central no esperará a que la situación se estabilice por sí sola: “si retrocedemos por miedo a una desaceleración, la inflación volverá aún más fuerte y requerirá de aún más restricciones».
Durante la reunión de la semana pasada, el organismo rector de las políticas monetarias en Estados Unidos subió otra vez los tipos en tres cuartos de punto porcentual, su cuarta gran alza en lo que se ha convertido en el ciclo de aumentos más rápido desde los años 80.
Alertó además que no se descartan nuevos incrementos, aunque el ritmo podría ralentizarse a medida que el banco central vaya tanteando el terreno para alcanzar un nivel máximo que considere lo suficientemente elevado.
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