“Somos un pequeño país de 78 mil habitantes y ocho millones de visitantes es una cifra respetable. Por eso nuestra idea y de las autoridades es ofrecer servicios de primer nivel con un sentido de búsqueda de la perfección”, comentó Jordi París, director general de Park Piolets Mountain Hotel y Spa.
Desde Madrid nació la aventura culinaria en el prestigioso restaurante Don Giovanni, con su polifacético chef italiano Andrea Tumbarello, para viajar hasta Andorra al Park Piolets, en el corazón de los centros de esquí, y enriquecer su carta.
En toda esta historia no podía faltar Rafael Ansón, presidente de la Academia Iberoamericana de Gastronomía (AIBG), con el empeño de ampliar el diapasón de 15 países hasta ahora integrados a la entidad que dirige.
“Y Andorra (limítrofe con España y Francia), por qué no, debe ser parte de la familia iberoamericana de la cocina. Suma y a la vez mejora con su aporte uno de los aspectos más importantes en la salud, la alimentación”, reflexionó Ansón a Prensa Latina.
Unas declaraciones muy animadas en el Don Giovanni de Madrid, “el mejor restaurante italiano fuera de Italia”, recalcó Ansón, quien nuevamente no perdió la oportunidad para encomiar las bondades de la gastronomía.
“Dentro de todos los componentes de la salud, sin dudas la actividad física es importante, pero la mayor relación social se da en la mesa. Y el 86 por ciento de una vida saludable, depende de la alimentación”, reflexionó a la vez que recordaba su asomo al mundo de los habanos en el Hotel Nacional de Cuba y algún encuentro pasado con Ernest Hemingway.
La complicidad, la ilusión y el esfuerzo se combinan en la aventura andorrana, que tiene entusiasmado a Jordi París con el Park Piolets que alcanza su quinta estrella, y una carta dominada por el arte culinario de China e Italia.
“Con la cocina italiana ofrecemos a los turistas que van a Andorra a esquiar una variedad que combina las recetas más audaces y equilibradas para satisfacer a todo tipo de comensal”, comentó a Prensa Latina el apasionado chef Tumbarello.
De su menú, la cecina de buey, focaccia, la crema de Uovo Millesimé, las burrata, los carpaccio, gnocchi, ravioli, pizzas y pinsa romana (un tipo de pizza) arrebatan los paladares, sin contar los postres, ni el Crémant francés que añadió Rafael Ansón.
Con el añadido de las exclusivas trufas blancas (alrededor de siete mil euros el kilo) o las negras (700 euros el kilo), no como elementos decorativos.
La idea, al final, es que la culinaria logre su nivel y reconocimiento en toda Iberoamérica, con un primer paso en esa dirección: los Galardones de la AIGB a las gastronomías Saludable, Solidaria, Sostenible y Satisfactoria, el próximo 21 de noviembre.
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