El reputado Centro de Arte madrileño, que le disputa protagonismo al afamado Museo del Prado, desgrana un tema apasionante remitido a épocas lejanas, en “Geneaologías documentales: fotografía 1848-1917”. La exposición explora, a través de siete salas, los antecedentes históricos de la fotografía documental entre las revoluciones comprendidas entre 1848 y 1917.
Si bien el nacimiento del documental como género artístico propiamente dicho se enmarca en la década de 1920, el comisario de la muestra, Jorge Ribalta, argumentó que “retrospectivamente, se puede afirmar que la función documental es tan antigua como la fotografía misma”.
La muestra es antológica y reúne más de 500 obras -entre fotos de todo tipo, álbumes, publicaciones y daguerrotipos (fotografías únicas)- con temáticas relacionadas con las clases proletarias, reformas urbanísticas de la época, revueltas populares o los proyectos de denuncia social.
Ribalta destacó que se reúnen en el Reina Sofía gráficos y documentos exclusivos de los más reputados museos de París, Nueva York, Washington, Munich y Berlín, Londres y Madrid, entre otros.
La temperatura ambiente debe mantenerse entre 19 y 20 grados, con una iluminación especial, todo para preservar este rico legado fotográfico que pertenece a la historia de la humanidad, subrayó el comisario.
En las diferentes secciones del recorrido se exhiben imágenes de individuos populares, de clases proletarias urbanas o de trabajadores en sus puestos.
Aparecen los personajes andaluces de Robert P. Napper, los callejeros del París de Charles Nègre, la serie de pescadores de Newhaven de Adamson y Hill, o las fotografías de mineros de George Bretz y de la multitud de obreros del Canal de Isabel II, en vistas tomadas por Charles Clifford.
De acuerdo con Manolo Borja-Villel, director del Reina Sofia, la investigación desarrollada en esta exposición cierra un ciclo iniciado en el museo en 2010, con la muestra sobre el movimiento de la fotografía obrera del periodo de entreguerras.
Entre las muchas sorpresas de la exhibición, en virtud de los instantes retratados y la trayectoria de la fotografía, aparecen las ciudades y las grandes reformas urbanísticas del momento, como Viena, por Ferdinand Ritter von Staudenheim; el París de Charles Marville; las obras de la Via Laietana de Barcelona, entre muchas.
Asimismo, en 1848, los hechos revolucionarios de los que subsisten algunos daguerrotipos; y más adelante durante la Comuna de París de 1871, en la Semana Trágica de 1909 en Barcelona o en las revoluciones rusas de 1905 y 1917.
Descuellan además el proyecto de denuncia social de Lewis Hine en contra del trabajo infantil, en la década de 1910; los trabajos criminológicos de Alphonse Bertillon, la fotografía asociada a las teorías clínicas del doctor J.M. Charcot, y obras etnográficas como las de Bronisław Malinowski.
El limpiabotas captado en una de las primeras placas de Louis Daguerre (1838, Boulevard du Temple de París) o las fotografías tempranas de Henry Fox Talbot con escenas de trabajadores de la construcción uno de carpinteros, adornan los espacios.
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