Trump entró en la carrera el 15 de noviembre con un discurso con gran pompa mediática desde Mar-a-Lago, su residencia en Florida, donde prometió que ya comenzaba «el regreso de América otra vez” y que revitalizaría «una nación en declive».
Aunque sus palabras llegaron en un momento de vulnerabilidad política para el exgobernante, sometido a varias investigaciones y criticado por su supuesta culpabilidad en los malos resultados del partido en las elecciones intermedias de 2022, lidera la mayoría de las encuestas sobre la batalla por la nominación en 2024.
Además, cuenta con amplios (e imprescindibles) recursos financieros y el apoyo decidido de una gran parte de la base del GOP que se mantiene inamovible.
DeSantis, por su parte, ha dicho poco sobre sus intenciones presidenciales en comparación con otros aspirantes, pero todos los analistas y encuestas lo señalan claramente como el rival más serio de Trump en el eventual camino hacia la nominación.
Contrario al expresidente, el gobernador de Florida aumentó sus créditos políticos tras ganar la reelección el 8 de noviembre y algunos observadores empiezan a sacar cuentas: sus 44 años, defiende las mismas causas de derecha populista que Trump, de 76, y trae consigo menos caos autodestructivo a su paso.
El senador Ted Cruz (Texas) es otro potencial aspirante. Mostró ser el adversario más fuerte en la batalla por la nominación republicana en 2016, pero hasta ahora lo que está definido es que buscará en 2024 la reelección en la Cámara Alta del Congreso.
Cruz es uno de los conservadores de más alto perfil en la nación, pero el ascenso de DeSantis complica su cálculo electoral, señaló el diario The Hill.
También se habla de la gobernadora de Dakota del Sur, Kristi Noem, quien logró una victoria cómoda en noviembre y saltó a la palestra nacional por su oposición a las restricciones higiénico-sanitarias impuestas durante la pandemia de la Covid-19.
Después de las elecciones de mitad de mandato, Noem dijo al periódico The New York Times que Trump no daría al GOP su «mejor oportunidad» en 2024.
La exembajadora de Estados Unidos ante la ONU Nikki Haley ya se alejó de la posición de que no se presentaría a la candidatura de 2024 si Trump lo hacía.
En un reciente evento de la Coalición Judía Republicana, Haley declaró que estaba considerando «seriamente» entrar en la carrera. «Nunca he perdido unas elecciones, y no voy a empezar ahora», añadió. Para algunos, Haley, hija de inmigrantes indios, podría ser un emblema de un Partido Republicano más inclusivo en una era post-Trump.
Uno que considera su postulación es el exvicepresidente Mike Pence y suele ser el tercero en los sondeos, pero ubicado muy lejos de Trump y DeSantis.
El exsecretario de Estado Mike Pompeo no ha hecho alusiones directas al tema, lo que parece ser solo una cuestión de tiempo.
Ex director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Pompeo visitó los cruciales estados de Iowa y New Hampshire y como colaborador de Fox News cuenta con una de las mejores plataformas para llegar a los votantes republicanos.
El gobernador de Maryland, Larry Hogan, dejó abierta a la candidatura presidencial cuando, poco después de las elecciones legislativas, expresó a la cadena CNN que el GOP necesitaba ampliar su atractivo como él lo ha hecho en su estado.
En tanto, el exgobernador de Nueva Jersey Chris Christie, uno de los críticos más vigorosos del GOP de Trump, a pesar de haberlo apoyado en 2016, opinó que el magnate se “ha puesto por encima de todos», pero no abundó acerca de sus planes.
Mientras al legislador Tim Scott, de Carolina del Sur, único republicano negro en el Senado, lo presentan sus partidarios como una figura que podría unir las facciones del GOP.
Los republicanos ven quizás una oportunidad de retomar la Casa Blanca si la opción demócrata fuera Joe Biden, quien para 2024 tendría 82 años y de momento no le favorecen los bajos índices de aprobación, el tema inflacionario y los temores de los estadounidenses a una próxima recesión.
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