Muestra de esa realidad es el número 25, ubicado en el reparto Vista Alegre de esta ciudad, donde los vecinos ejercen tradicionalmente ese derecho democrático al igual que reciben atención médica, en correspondencia con ese modelo sanitario de la comunidad ideado por Fidel Castro hace décadas.
Allí se dieron cita, desde muy temprano, el militar retirado que se enorgulleció de presenciar la apertura del recinto y de cantar a viva voz el Himno Nacional, al igual que la economista jubilada Alba Luz, su joven hijo Mario Salas y la imprescindible Ana María, integrantes desde siempre de la mesa electoral.
Con absoluta normalidad transcurre la jornada dominical, asumida por muchos como parte del bregar cotidiano, en medio de las grandes dificultades de la vida doméstica actual en el archipiélago, atenazada por el bloqueo estadounidense recrudecido, la crisis económica y el acoso mediático.
Bien lo dijo uno de los entrevistados, “el delegado tiene los mismos problemas que sus electores” y esa circunstancia marca en buena medida la fortaleza del sistema electoral cubano, donde las decisiones brotan desde los propios barrios y no desde una élite disfrazada de multipartidismo.
Muy bien se recibieron las palabras del presidente, Miguel Díaz-Canel, de regreso de su gira internacional y minutos después de votar, al considerar estas elecciones locales como señal de la estabilidad política en el país, al igual que lo fue, recientemente, la aprobación popular del Código de las familias.
Vaticinó que así ocurrirá también en las próximas sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular y en el cercano Pleno del Comité Central del Partido Comunista, durante los cuales se constatará que la Revolución cubana sigue indetenible su paso, con la resistencia creativa en sus miras.
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