Aún desde antes del inicio del evento, celebrado en esta capital entre los pasados días 13 y 15 de diciembre, expertos consideraron que el mayor reto para el gobernante Joe Biden sería convencer a sus invitados que el país norteño podía ser un socio fiable a largo plazo.
Previo a la apertura, era ya conocido el ofrecimiento del ocupante del Despacho Oval de apoyar a la Unión Africana para convertirse en miembro permanente al G-20, así como su intención de respaldar el otorgamiento de un puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU para el continente, desde donde se reclama una reforma de ese órgano.
Se anunció igualmente que Estados Unidos estaba dispuesto a desembolsar 55 mil millones de dólares en África durante los próximos tres años para respaldar proyectos digitales, de infraestructuras, sanitarios, asociados al cambio climático, así como otros compromisos de inversiones de empresas en asuntos puntuales.
No obstante el despliegue de seducción, el escepticismo prevaleció en algunos funcionarios, quienes alegaron haber escuchado grandes promesas antes, especialmente durante la cumbre inaugural de Estados Unidos y África de 2014 organizada por el expresidente Barack Obama (2009-2017), que no se cumplieron.
Acorde con un reporte del diario The New York Times, detrás de escena, determinados asistentes expresaron sus dudas al señalar que algunas de las ofertas de Biden dependían de la aprobación del Congreso, justo cuando el tema económico y el conflicto entre Rusia y Ucrania son prioridades.
En este aspecto, algunos analistas señalan que no pasa desapercibido cómo Kiev gana preeminencia en la agenda de Washington, frente a otros problemas que por décadas han requerido asistencia humanitaria en África.
Según un artículo del sitio Modern Diplomacy, muchos africanos sienten que tales recursos y atención nunca se han dedicado a los numerosos problemas presentes en el continente.
También advierten que, en su cruzada por imponer un mundo unipolar para lo cual deben restar la influencia ganada por China y Rusia, Estados Unidos no duda en afectar asimismo a los africanos.
El titular de la Unión Africana, el presidente Macky Sall de Senegal, aprovechó entonces la cita para criticar una propuesta de ley estadounidense que busca limitar las supuestas “actividades rusas ilícitas” en el continente.
Si el proyecto se convierte en una legislación, sentenció, “podría dañar gravemente la relación entre África y Estados Unidos”.
Antes, la Comunidad de Desarrollo de África Meridional (SADC), durante su 42 Cumbre Ordinaria de Jefes de Estado y de Gobierno, expresó con vehemencia su oposición colectiva a esa propuesta, aprobada ya por la Cámara de Representantes norteña.
Según declaró en ese entonces el bloque regional de 16 miembros, con dicha medida, Estados Unidos convierte al continente africano en «objetivo de medidas unilaterales y punitivas».
Asimismo, señaló el periódico Politico, al menos un líder africano rechazó cualquier sugerencia de que los países africanos deban tomar partido por Washington, y en contra de sus rivales o competidores.
“No creo que debamos ser intimidados para elegir entre Estados Unidos o China, necesitamos tener a ambos como socios”, manifestó el presidente de Ruanda, Paul Kagame, durante la celebración de la cumbre.
El rotativo añadió que la administración de Biden pasó los últimos tres días tratando de convencer, a los 49 líderes invitados al evento, del fin de la tradición del gobierno estadounidense de lo que algunos llaman negligencia benigna hacia África.
Por su parte, Modern Diplomacy fue aún más severo cuando apuntó que Biden quiere, por 55 mil millones de dólares, comprar la simpatía de todos los africanos.
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