El estudio dirigido por los doctores Jake A. Britnell y Susanne Shultz, sugiere que la restricción a hábitats pobres y marginales es una amenaza para la conservación mundial que es vital incorporar a la evaluación y gestión de la conservación, según publica Proceedings of the National Academy of Sciences.
Los expertos mostraron que muchas de las 627 especies de mamíferos con contracción documentada de su área de distribución solo se dan ahora en los extremos ecológicos de sus zonas históricas.
La presión humana hace que las especies pierdan área de distribución y a medida que esto sucede sus nichos se reducen y quedan restringidas a una gama menos diversa de hábitats, detalló Britnell.
“Nuestro estudio sugiere que la pérdida de área de distribución se concentra en núcleos de nicho, empujando a muchas especies a los extremos ecológicos de su área de distribución histórica», cambio denominado marginación ecológica, el cual conlleva un mayor riesgo de extinción de estas, explicó.
Según los especialistas tal cambio se produce porque las áreas buenas para la agricultura, los pastizales y los asentamientos se han convertido para uso de los humanos, y esto hace que los hábitats naturales queden restringidos a zonas que estos no quieren o no pueden utilizar.
Este estudio demuestra que estos remanentes también pueden ser hábitats de baja calidad para la protección de la biodiversidad.
«Si estamos conservando especies en hábitats fundamentalmente inadecuados, la conservación puede rendir por debajo de sus posibilidades o incluso fracasar. El uso de información histórica puede poner de relieve lugares o estrategias más eficaces para concentrar nuestros esfuerzos», precisó Shultz .
Por su parte, el doctor Britnell subrayó que si las especies se protegen en zonas marginales, los esfuerzos de conservación ya van a la zaga, pues no sobrevivirán ni se reproducirán tan bien como podrían.
“Si identificamos y protegemos entornos de alta calidad, reforzaremos poblaciones más abundantes, densas y resistentes», acotó.
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