La semana pasada, el presidente Guillermo Lasso decretó la disminución de los tributos a esos productos que, según la OPS, no son saludables para el ser humano y están estrechamente relacionadas con enfermedades no transmisibles, como el sobrepeso, la diabetes, el cáncer, entre otras.
En un mensaje divulgado en las redes sociales, la oficina ecuatoriana de ese organismo de la ONU explicó que los llamados aranceles saludables se utilizan para desalentar el consumo de determinados productos y reducir la asequibilidad.
El objetivo es alcanzar un mejor estado de salud de la población, reducir los costos de atención médica, incrementar la productividad laboral y generar ingresos fiscales estables, precisó la organización que hizo algunas recomendaciones.
Entre las sugerencias está reforzar los gravámenes al tabaco, bebidas alcohólicas y azucaradas bajo un esquema de simplicidad tributaria; aplicar el ajuste anual por inflación a los impuestos; y promulgar leyes para subir los “aranceles saludables” hasta niveles recomendados internacionalmente.
La decisión de Lasso de disminuir impuestos llega en un contexto electoral, pues el 5 de febrero más de 13 millones de ecuatorianos están convocados a las urnas para elegir autoridades locales y regionales, así como para votar en su consulta popular.
Además, el Gobierno se encuentra en medio de un escándalo de corrupción del cual se intenta distanciar, aunque aparentemente incluye al cuñado del mandatario -a quien llaman El Gran Padrino- como presunto cabecilla de las red de negocios ilícitos dentro de empresas públicas.
El abogado y analista político Mauro Andino no cree que el mandatario haya planificado técnicamente la disminución de los tributos.
“Su respuesta es electoral para no desgastarse más de cara al referendo y desviar la atención de la corrupción de El Gran Padrino”, apuntó.
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