«Da miedo ir a trabajar», confesó Kevin Hassett, uno de los principales asesores económicos de Trump, durante una entrevista en el programa dominical «Face the Nation» de la CBS.
Hassett admitió que a veces usaba una máscara en la Casa Blanca, pero consideró que «estaría mucho más seguro» si permaneciera sentado en su casa en vez de en el Ala Oeste.
Describió su entorno como «un lugar pequeño y lleno de gente», lo cual, dijo, «es un poco arriesgado», pero hay que ir «porque tienes que servir a tu país», ripostó como para darse ánimo. Algunos piensan que la enfermedad se propaga rápidamente a través de la madriguera de oficinas abarrotadas que componen los tres pisos del Ala Oeste, reseñó el diario The New York Times.
Tres altos funcionarios que lideran la respuesta del gobierno al coronavirus comenzaron dos semanas de autocuarentena después de que dos miembros del personal de la Casa Blanca -uno de los valets de Trump y Katie Miller, la portavoz del vicepresidente Mike Pence- dieron positivo al nuevo coronavirus.
Sin embargo, otros que tuvieron contacto con Miller y el valet siguen reportando que continúan en sus labores como si nada, entre ellos el propio Pence.
El nerviosismo por la presencia del virus en el 1600 de la Avenida Pennsylvania y la velocidad de pruebas y rastreo de contactos para contenerlo, subraya un reto más amplio para los estadounidenses.
Cómo podrán entonces las empresas de la nación establecer un espacio seguro para sus trabajadores, son interrogantes que crecen al tiempo que Trump insta a reabrir la economía a pesar de las advertencias de las autoridades de salud de que el virus sigue causando estragos en las comunidades de todo el país.
La mayoría de los restaurantes, oficinas y tiendas de venta al por menor no tienen la posibilidad de hacer pruebas regularmente a todos sus empleados y de localizar y poner en cuarentena de manera rápida los contactos de cualquiera que se infecte.
Sin embargo, en la Casa Blanca, todos los empleados son examinados al menos una vez a la semana y otros a diario, dijeron los funcionarios al subrayar las diferencias.
Entretanto, Trump persiste en rechazar la orientación de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de llevar una máscara de protección cuando se reúne con grupos de personas.
Por eso el presidente se asustó de que su valet, que está entre los que le sirven la comida, no hubiese usado una máscara e incluso se molestó al saber que Miller dio positivo, reveló un alto funcionario no identificado por el Times.
Ahora el mandatario –dijo- se está irritando con las personas que se acercan demasiado a él.
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