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Revive la fiebre del oro en EEUU (+ Fotos)

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La Habana (Prensa Latina).- Una fina llovizna matizaba la noche extremadamente oscura mientras el fuerte oleaje y el viento del sur bloqueaba el avance del vapor SSPacific, cuyas enormes ruedas de paleta hacían las veces de remos mecánicos para la navegación.

Por Osvaldo Rodríguez Martínez (*)

Tres tripulantes montaban guardia en el buque de 223 pies (67,9 metros) de eslora y 33,6 (10,2 metros) de manga: el tercer oficial y un timonel, ambos sin experiencia, y un vigía.

Las luces de babor (izquierda) y estribor (derecha) estaban apagadas (otra versión lo niega) y solo funcionaba la blanca del mástil; la nave mantenía proa con rumbo sur, paralelo al litoral noroeste de Canadá y Estados Unidos.

El velero Orpheus navegaba en sentido contrario con viento a favor que lo impulsaba a una velocidad de 12 nudos (unos 22 kilómetros por hora). A las 21:30 horas, el capitán salió del puente y dejó a cargo al segundo oficial con instrucciones de dirigirse hacia el noroeste, mar adentro, si veía algún obstáculo.

Minutos después, el oficial informó del avistamiento del faro de la isla Tatoosh, en el estado de Washington, pero el capitán percibió que se trataba de un barco que se acercaba y giró a babor para evitar el choque, en una maniobra que detuvo momentáneamente al velero mientras la otra nave se le abalanzaba.

El SSPacific sonó su silbato e invirtió las máquinas para impedir el choque, pero golpeó al menos tres veces al Orpheus por estribor, lo que arrancó tablas y la mayor parte del aparejo.

Del velero gritaron al otro barco, pero no hubo respuesta, y lo vieron desaparecer en la oscuridad sin detenerse al debido auxilio.

Eran pasadas las 21:30 horas del 4 de noviembre de 1875 y la indignación del capitán Charles A. Sawyer (1839-1894), por la acción de la nave invasora, cambió rápidamente porque debía salvar la suya del posible naufragio, sin esperar la ayuda de la otra tripulación.

Mientras, a poca distancia en el SSPacific se vivía la desesperación por el inevitable hundimiento de la embarcación, pues el casco de madera se partió por mal estado, como dictaminaron los peritos. De las casi 300 personas a bordo, solo dos lograron sobrevivir.

Como si fuese una maldición por la negligencia determinada a posteriori, el Orpheus logró reparar rápidamente los daños y evitó zozobrar, pero al perder el rumbo confundió un nuevo faro que no estaba actualizado en su carta náutica y encalló en la isla Tzartus, sin pérdidas humanas, pero con destrucción total del velero.

Esta recopilación de los hechos la recoge un ensayo publicado en la enciclopedia History Link, del estado de Washington, a partir de la minuciosa investigación que incluyó testimonios y el expediente penal que siguió al desastre del cual responsabilizaron al capitán Sawyer.

El contramaestre Neil O. Henly (1855-1944) entró a la historia por ser uno de los dos sobrevivientes del hundimiento del SSPacific, el peor accidente marítimo del Siglo XIX en la costa del Pacífico de Estados Unidos.

Henly dormía en su litera en el castillo de proa cuando un fuerte impacto provocó que el agua entrara por la proa, por lo que corrió a cubierta para alcanzar a ver las luces de un velero que se alejaba en la oscuridad de la noche mientras la tripulación intentaba bajar los escasos botes salvavidas.

Sus declaraciones permitieron conocer detalles del naufragio, cuyos restos solo fueron localizados recientemente entre mil y dos mil pies de profundidad (300 a 600 metros), cerca de cabo Flattery, el punto extremo noroeste de Estados Unidos, estado de Washington.

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La prensa de Estados Unidos y Reino Unido publicó en diciembre pasado del hallazgo de los restos del vapor en un punto no revelado, pero ubicado a 23 millas de la costa, según los descubridores e historiadores marinos Matthew McCauley y Jeff Hummel, quienes tras 30 años de pesquisa encontraron la embarcación “en un estado de conservación increíble”, afirmaron.

Para algunos medios la noticia fue la localización de la nave hundida hace 147 años y su valor arqueológico, pero otros prefirieron centrarse en el destino de las 200 libras de oro (90 kilogramos aproximadamente) en poder de mineros de la fiebre del oro de Cassair, en la Columbia Británica, quienes aparecen en la lista de pasajeros.

Los expertos no esperan encontrar restos de las casi 300 personas a bordo (se especula que hasta 400), pues resulta poco probable su conservación por las fuertes corrientes marinas donde se encuentra el casco, del cual lograron capturar un ladrillo refractario y muestras de madera mediante el auxilio de robots.

«Creemos que va a ser un tesoro absoluto de artefactos de esta época», dijo Hummel a una radio de Seattle, Estados Unidos, y explicó que se trata del rescate de una “cápsula del tiempo” al evaluar que esperan recopilar artículos de cuero, botellas de vino, telas y partes del barco que datan del Siglo XVIII.

Se desconoce el número exacto de personas transportadas, porque 35 pasajeros subieron en Puget Sound, desde donde partió y además vendieron 132 boletos en Victoria, capital de la Columbia Británica (Canadá), mientras unos 20 se adjudicaron a bordo, pero no fueron registrados sus nombres como tampoco los niños que no pagaban pasajes y de varias personas que subieron a última hora.

La tripulación era de 52 personas bajo el mando del capitán Jefferson Davis Howell (1841-1875), veterano de la Guerra Civil. Esto completaría un cálculo de entre 250 y 275 personas a bordo. Por las cuantiosas pérdidas humanas se considera la mayor catástrofe marina de la costa oeste.

RECLAMOS DE LOS HEREDEROS DE LA FIEBRE DEL ORO

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Desde octubre de 2021 los descubridores tenían información confirmada del hallazgo y solo les restaba probar que era el SSPacific, pero retrasó la revelación la posibilidad del reclamo de los valores por los descendientes.

Una decisión legal les otorgó seguridad jurídica para impedir que otros grupos de búsqueda exploren la zona en un área previamente determinada, aunque mantienen el secreto de las coordenadas.

Respecto al metal precioso que aún se encuentra en el navío, voceros de los investigadores indicaron que la justicia determinará lo que corresponde a los descendientes de las víctimas del naufragio y lo demás irá a proyectos educativos y un museo para exponer restos del barco.

A medida que disminuía en la década de 1870 la fiebre del oro de Cariboo, en la zona septentrional de la Columbia Británica (provincia de Canadá), otra estaba a punto de comenzar en el noroeste cerca del pequeño poblado de Cassiar, que se extendió durante una década, por eso la nave cubría el trayecto desde Victoria hasta San Francisco, California.

MILAGROS DE SOBREVIVENCIA Henly preparó un bote salvavidas e inmediatamente se le unieron 15 mujeres y seis hombres, y al bajarlo se viró y todos cayeron al agua. Él pudo nadar hasta una sección de la cubierta y se unió al capitán Howell y otras ocho personas, pero el fuerte oleaje tomó la vida de varios de ellos.

Con algunas tablas y secciones flotantes improvisó una balsa donde permaneció 78 horas en mar abierto antes que un vapor rescatara a ese inmigrante escocés, quien años después volvió al mar con mucha más suerte para convertirse en capitán.

El destino del otro sobreviviente, el pasajero Henry F. Jelley (1854-1930), fue similar, pues ante la alarma por el impacto corrió a la cabina del piloto donde se percató que los motores aún funcionaban, pero nadie estaba al timón y el barco avanzaba mientras los gritos de que se hundía lo empujaron a salvaguardarse, aseguró la misma fuente.

Una versión de los hechos publicada el 10 de noviembre de 1875 por el periódico estadounidense Cincinnati Enquirer (1841-actualidad), reveló que Jelley lanzó cinco bengalas azules en señal de socorro, antes de lanzarse al mar.

Desde el agua, aferrado a un bote salvavidas, vio cómo el vapor desaparecía en la oscuridad del océano y logró mantenerse vivo, mientras otro compañero no resistió y las olas arrastraron su cuerpo. Dos días después a Jelley lo rescataron y por él se conoció la primera información del hundimiento del SSPacific.

arc/orm

(*) Periodista de Prensa Latina

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