El reporte pertenece a la Junta de Revisión de Responsabilidad (ARB, por sus siglas en inglés) publicado en el sitio digital de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense.
Ese documento interno del Departamento de Estado, calificado como secreto y recientemente desclasificado, destaca la falta de coordinación y de seguimiento de los procedimientos establecidos por dicha Secretaría y se refiere a comunicaciones ineficaces y desorganización sistémica.
Dieciocho meses después de que se reportaran extraños incidentes de salud entre el personal diplomático de Washington en La Habana aún se desconocía ‘el mecanismo de la causa de las lesiones’, señala la publicación divulgada por la NSA en sus archivos digitales.
No sabemos el motivo de esos incidentes, cuándo realmente comenzaron o quién lo hizo, no sabemos qué pasó ni por qué, señala el informe que fue entregado en junio de 2018 a Mike Pompeo, sucesor de Rex Tillerson en el cargo de secretario de Estado.
La ARB reconoce así que lo sucedido en la embajada norteamericana en La Habana continuaba siendo un misterio.
Además, critica a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) por no compartir información sobre las experiencias relacionadas con la salud de sus agentes en La Habana a fines de 2016 y principios de 2017, lo que retrasó la capacidad del Departamento de Estado para reaccionar rápidamente.
Nunca se designó a ningún funcionario de alto nivel como responsable general para investigar esos sucesos, esto dio lugar a muchos de los problemas que presenta este informe, indica la junta de revisión en una acusación apenas velada del papel de Tillerson.
El director del Proyecto de Documentación de Cuba del Archivo de Seguridad Nacional, Peter Kornbluh, apuntó que el informe de la ARB arroja mucha luz sobre la historia del llamado Síndrome de La Habana, pero no resuelve el misterio perdurable de lo que sucedió en Cuba.
A juicio de Kornbluh, las pistas para resolver ese misterio es probable que se encuentren en registros aún secretos del Departamento de Estado, la CIA, el Buró Federal de Investigaciones y el Pentágono, los cuales son relevantes a medida que la administración de Joe Biden considera restaurar el personal de la embajada en La Habana a sus operaciones completas.
La decisión de Tillerson, a fines de septiembre de 2017, de reducir el personal de esa legación diplomática en más del 60 por ciento y cerrar efectivamente el consulado de Estados Unidos parece velar la práctica operativa normal, recalca la junta.
En ese momento, añade en su reporte, el Departamento de Estado no realizó una evaluación de riesgos y beneficios antes de reducir el personal.
Los procedimientos de la Junta de Revisión de Responsabilidad fueron ordenados por el Congreso en 1986 para ayudar al Departamento de Estado a abordar desafíos de seguridad en las embajadas de Estados Unidos en el extranjero.
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