Este incremento está vinculado, según Lustman, a la «intensificación de los fenómenos climáticos extremos» y a un «aumento de su frecuencia», y solo las fuertes tormentas Lothar y Martin en 1999 causaron daños de un coste similar.
El dirigente recordó que en 2022 hubo granizadas, tormentas, inundaciones y «un año excepcional en el frente de la sequía», por todo ello no dudo en calificarlo como “el annus horribilis” (año horrible)».
En concreto, el granizo y las tormentas entre mayo y julio costaron seis mil 400 millones de euros a las aseguradoras, y otros dos mil 500 millones debieron ir a compensar los estragos causados por la sequía en viviendas particulares.
En Francia, cerca del 54 por ciento de las viviendas unifamiliares se encuentran en zonas de medio o alto riesgo a la contracción e hinchazón del suelo arcilloso, un fenómeno ligado a episodios sucesivos de sequía en verano y rehumectación del suelo en otoño o invierno, que puede causar daños importantes.
Los daños a las cosechas, las inundaciones y los incendios forestales en verano completaron este sombrío panorama, en un año que supuso un aumento significativo en comparación con el periodo 2017-2021, donde la media anual de indemnizaciones ligadas a estos fenómenos climáticos se situó en tres mil 500 millones de euros.
Por último la federación profesional de aseguradoras considera que los efectos del cambio climático serán cada vez más visibles, y prevé que la factura acumulada supere los 140 mil millones de euros en los próximos treinta años, el doble que en los últimos treinta.
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