Por Luis Beatón
Corresponsal jefe en El Salvador
Además de utilizar la geotermia, una de las fuentes de energía más tradicionales del país, que satisface actualmente más del 23 por ciento del total de electricidad consumida en el mercado interno, el llamado Pulgarcito de las Américas avanza hacia otras formas para obtener energía de fuentes renovables.
Sus autoridades informaron que incursionarán en la utilización del hidrógeno verde como fuente de energía renovable, según sostuvo Daniel Álvarez, presidente de la Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del Río Lempa (CEL).
El también titular la dirección general de Energía, Hidrocarburos y Minas (Dgehm) indicó que el hidrógeno verde es considerado una solución global por ser un recurso para sustituir a los combustibles fósiles que tanto daño causan al medio ambiente pese a que fueron base y aún lo son para el desarrollo humano.
Expertos explican que este elemento se produce a partir de agua y energías renovables. La obtención por electrólisis a partir de fuentes renovables consiste en la descomposición de las moléculas de agua (H2O) en oxígeno e hidrógeno. Históricamente, el hidrógeno se obtuvo usando combustibles fósiles, indican los estudiosos.
El directivo de CEL ofreció información sobre la incursión del país en este terreno durante un encuentro desarrollado con un especialista de la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena), quien ofreció capacitación al personal técnico de la Dgehm, CEL y el Ministerio de Relaciones Exteriores sobre el proceso de esta fuente.
El Salvador está interesado en incursiones en el hidrógeno verde, pues sabemos que es un recurso inigualable para sustituir a los combustibles fósiles en aquellos sectores más difíciles de descarbonizar como el transporte o la calefacción, dijo Emanuele Bianco, representante de Irena, quien apoya el camino de los salvadoreños hacia la transición energética.
Este proceso tiene ventajas y desventajas que el mundo debe asumir de manera cuidadosa y planificada, lo que es visto perjudicial para unos, las naciones más pobres del mundo global del llamado Sur, es visto con buenos ojos por otros del mundo global del Norte, dígase Estados Unidos y Europa.
ENFRENTAR LA REALIDAD
Daniel Yergin, vicepresidente de S&P Global y autor de libros sobre el problema climático y el uso de la energía, en un artículo que publicó el sitio digital https://www.project-syndicate.org se adentra en el tema “La transición energética se enfrenta a la realidad” y aborda los desafíos del mundo al respecto.
La “transición energética” de los hidrocarburos a las energías renovables y a la electrificación, hoy en día, ocupa el centro de los debates sobre políticas, expuso.
Inclusive en Estados Unidos y Europa, que adoptaron iniciativas de gran porte (como la Ley de Reducción de la Inflación y RePowerEU) para que las cosas avancen, el desarrollo, el despliegue y la ampliación a escala de las nuevas tecnologías de las que depende la transición se determinarán con el tiempo, explicó.
El término “transición energética” sugiere que estamos dando un paso más en el recorrido que comenzó hace siglos con la Revolución Industrial, algo que encierra serios desafíos que el mundo debe sopesar pues de ellos depende la existencia misma del ser humano.
Mientras que la tecnología y la ventaja económica fueron el motor de las transiciones previas, la política pública hoy es el factor más importante, expresó Yergin.
El directivo toca un problema que reta la imaginación del hombre. “Las transiciones energéticas en el pasado se desarrollaron en el transcurso de un siglo o más, y no desplazaron por completo las tecnologías existentes”.
El petróleo superó al carbón (un gran contaminante) como la principal fuente de energía del mundo en los años de 1960. Sin embargo, ahora usamos tres veces más carbón que en aquel momento, con un consumo global que alcanzó un pico sin precedentes en 2022.
Por el contrario, la transición de hoy está pensada para que se desarrolle en poco más de un cuarto de siglo, y para que no sea aditiva, aseveró el vicepresidente de S&P Global, una empresa internacional que proporciona calificaciones, estándares, analítica y datos a los mercados globales de capital.
En un documento de 2021 para el Instituto Peterson de Economía Internacional, el economista francés Jean Pisani-Ferry observó que avanzar con demasiada celeridad a emisiones cero netas podría precipitar “un shock de oferta adverso, muy similar a los shocks de los años de 1970”.
Pisani-Ferry advirtió que “es poco probable que una transición precipitada sea benigna y los responsables de las políticas deberían estar preparados para tomar decisiones difíciles”, citó Yergin.
En general, mantener las luces encendidas y las fábricas en marcha todavía requiere de hidrocarburos, de modo que la seguridad energética implica garantizar suministros adecuados y a precios razonables, así como un aislamiento del riesgo geopolítico y de las penurias económicas, explicó.
PASO NECESARIO
Esto da una ligera noción de lo que enfrentaría el mundo con una transición energética necesaria, de vida o muerte, según algunos expertos, pero que debe ser bien pensada.
Aún si el cambio climático sigue siendo el foco principal, la administración del presidente norteamericano, Joe Biden, instó a las empresas domésticas a aumentar su producción del crudo y liberó suministros de la Reserva Estratégica de Petróleo en una escala mucho mayor que cualquier otra administración previa, precisó el funcionario.
En estos desafíos de la transición energética, de los cuales El Salvador no es ajeno, hay que tener en cuenta que la economía mundial de 100 billones de dólares de hoy depende de los hidrocarburos para más del 80 por ciento de su energía, y nada tan gigantesco y complejo como el sistema energético global se puede transformar fácilmente.
Citado por Yergin, el prestigioso académico energético Vaclav Smil sostiene que los cuatro “pilares esenciales de la civilización moderna” son el cemento, el acero, el plástico y el amoníaco (para fertilizantes), cada uno de los cuales depende fuertemente del sistema energético existente.
Eso evidencia que la transición energética, necesaria y de vida o muerte no será un proceso fácil ni estará exento de contratiempos.
En el mundo de hoy persiste la división Norte-Sur. En el Norte Global -principalmente Europa Occidental y Norteamérica-, el cambio climático está en la cima de la agenda política. Pero, en el Sur Global, esa prioridad convive con otras necesidades críticas, como impulsar el crecimiento económico, reducir la pobreza y mejorar la salud.
Según Yergin, la “transición energética” implica pasar de la madera y los desechos al gas licuado de petróleo. Esta división quedó claramente ilustrada el año pasado cuando el Parlamento Europeo sancionó una resolución que denunciaba un proyecto de oleoducto que iba desde Uganda, pasando por Tanzania, hasta el océano Índigo.
La objeción de los parlamentaristas fue que el proyecto afectaría adversamente el clima, el medio ambiente y los “derechos humanos”.
Sin embargo, ilustró el experto, emitieron sus votos desde un organismo situado en Francia y Bélgica, donde el ingreso per cápita (en dólares corrientes) es, respectivamente, 50 y 60 veces mayor que en Uganda, donde el oleoducto resulta considerado un cimiento para el desarrollo económico.
Por otra parte, según variados análisis, la transición energética requiere de otros requerimientos materiales que no están al alcance de la mayoría de los países de la aldea global.
Yo lo veo, opinó Yergin, como el cambio de las “Grandes Petroleras” a las “Grandes Palas”, es decir, de perforar para obtener petróleo y gas a extraer minerales cuya demanda aumentará marcadamente en un mundo cada vez más electrificado.
En un nuevo estudio de S&P, El futuro del cobre, calculamos que la oferta del “metal de la electrificación” tendrá que duplicarse para sustentar los objetivos climáticos de 2050 del mundo.
Un conjunto de autoridades -entre ellas, los gobiernos de Estados Unidos y Japón, la Unión Europea, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Agencia Internacional de Energía- publicaron informes alarmantes sobre el esperado crecimiento exponencial de la demanda de minerales como el litio y el cobalto.
Pero la alarma en sí misma no abrirá nuevas minas importantes -un proceso que, según se estima, llevará 16-25 años y que enfrenta requerimientos de permisos aún más complejos en todo el mundo-, explicó el vicepresidente de S&P Global.
En algunos países de recursos clave, dijo, los gobiernos son abiertamente hostiles a la minería. De modo que, si bien la dirección de la transición energética es clara, los responsables de las políticas y la población deben reconocer los desafíos que conlleva.
Es esencial, opinó, entender de manera más realista y más profunda las cuestiones complejas que se deben resolver en el esfuerzo por alcanzar los objetivos de la transición.
Mientras ese es el escenario mundial, El Salvador da pequeños pero consistentes pasos para alcanzar la transición energética con el uso de fuentes renovables como la geotérmica, la solar y el uso del hidrógeno verde. arb/lb
