Las protestas fueron enfrentadas por las fuerzas de seguridad con granadas de gases irritantes para evitar su propósito de concentrarse frente a la sede del Consejo de Ministros.
El detonante de las manifestaciones es la continuada escasez de pan, infaltable en la mesa de los sudaneses, y de combustible, bienes que las autoridades están en incapacidad de adquirir a causa de las deudas con los proveedores, negados a extender nuevos créditos por la caída en picada de la divisa nacional.
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