El administrador de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés), Michael Regan, prometió este jueves durante una visita a Ohio «llegar al fondo» de lo ocurrido el pasado 3 de febrero.
Regan admitió que existen preocupaciones entre los residentes de East Palestine (Palestina Oriental), el lugar donde sucedió el incidente.
«La comunidad tiene preguntas y nosotros les escuchamos, y llegaremos al fondo del asunto”, subrayó.
Cualquier cosa que el estado de Ohio necesite, “estaremos aquí para ayudar», apuntó el funcionario en una rueda de prensa, un día después que los representantes de la compañía Norfolk Southern se negaran a asistir a una vista pública en East Palestine alegando temores por su seguridad.
«Vamos a superar esto como un equipo, vamos a hacer absolutamente responsable a Norfolk Southern (Railway)», recalcó el jefe de la EPA.
Según Regan la agencia federal no encontró hasta ahora nada que suscite inquietud por la salud en la zona.
De los más de 480 controles domiciliarios voluntarios, dijo, la EPA no ha detectado cloruro de vinilo ni cloruro de hidrógeno en ninguno de ellos.
Sus comentarios se producen en un momento en que la población local y defensores del medio ambiente expresan su frustración por la respuesta al incidente. Para algunos, los mensajes de las autoridades federales y estatales son contradictorios y alegan que falta transparencia para abordar lo sucedido.
Entretanto, el senador demócrata Sherrod Brown pidió la víspera al gobernador republicano de Ohio, Mike DeWine, que declare la catástrofe tras el descarrilamiento del tren.
Al menos cinco de los vagones de tren trasladaban cloruro de vinilo, utilizado para fabricar un ingrediente de productos plásticos y que puede aumentar el riesgo de varios tipos de cáncer, entre ellos el de hígado.
El tren se dirigía de Pensilvania a Illinois y al salirse de las vías provocó un gran incendio y la eventual posibilidad de explosión, lo que afectó a los habitantes de la pequeña localidad de East Palestine.
Más de dos mil habitantes del área fueron evacuados al liberarse los productos químicos para evitar una explosión.
Aunque se dieron garantías de que la calidad del aire y del agua no tenían problemas, se registraron algunos síntomas como náuseas y sensación de quemazón en los ojos entre la población, y se reportaron animales enfermos y un fuerte olor en la ciudad.
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