Por el momento, sólo hay dos activos en la Antártida: el Monte Erebus y la Isla Decepción, precisa la fuente.
De ocurrir un despertar de los volcanes, el derretimiento por el calor haría que el agua mueva con más rapidez el hielo hacia el océano, y se activaría un efecto dominó.
Al desaparecer grandes porciones de hielo esto provocaría un aumento del nivel global del mar en unos 60 metros, contribuyendo a que las grandes tormentas se muevan más lentamente y dejen caer más lluvia.
“Los huracanes y tifones causarían estragos”, y la flora y fauna perderían sus hábitats y el umbral agrícola se contaminaría, alerta el estudio.
Las inundaciones empujarían a millones de personas de la costa, y podríamos estar viendo miles de muertes.
El término volcán proviene del nombre del dios mitológico romano Vulcano y es una estructura geológica por la que emerge el magma se divide en lava y gases provenientes del interior de la Tierra.
Precisan los expertos que el ascenso del magma ocurre en episodios de actividad violenta denominados erupciones que pueden variar e intensidad, duración y frecuencia, desde suaves corrientes de lava hasta explosiones extremadamente destructivas.
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