Cuando la cifra de muertos ronda los 40 mil, y existe un daño gigantesco en viviendas e infraestructura, las historias de niños salvados, héroes anónimos y acciones de respaldo internacional dan un toque de amor a un hecho que marcará para siempre la vida de esta nación euroasiática.
Historias como las del médico cubano Abel Aguilar, miembro de un brigada de salud enviada a este país, salen a la luz en medio del dolor, cuando también se habla de reconstrucción.
El galeno, como muchos de sus compañeros, recorre las calles nevadas y en ruinas junto a su enfermero y un sicólogo en busca de heridos, ante la mirada triste de quienes perdieron todo, pero conservan lo más importante, la vida.
En su portal de Facebook Abel recibe muestras de admiración y cariño que se extrapolan a un país, cuya historia está plagada de estos episodios de humanismo y que respondió, entre los primeros, a la solicitud de ayuda emitida por el gobierno de Ankara.
Hoy ya se habla aquí de una licitación simultánea en las 11 provincias más afectadas para determinar el emplazamiento más seguro para los nuevos inmuebles que serán edificados, según el ministro de Urbanismo, Murat Kurum.
Los dos siniestros del 6 de febrero último destruyeron parcial o totalmente 84 mil edificios, según se indicó en rueda de prensa en la ciudad de Adana (sur); esas urbes fueron declaradas zona de desastre y puestas bajo el estado de emergencia.
Además se estima que cerca de 14 millones de habitantes fueron afectados por los terremotos y sus réplicas.
En ese contexto centenares de órdenes de arresto fueron emitidas por el gobierno de Recep Tayyip Erdogan contra constructores, promotores, arquitectos y financieros por violaciones en el cumplimiento de la legislación antisísmica.
Según investigaciones reveladas a raíz de los terremotos, más de 10 millones de casas carecían de licencias urbanísticas por lo que el ejecutivo ordenó las detenciones, algunas de ellas practicadas en los aeropuertos, cuando los acusados intentaban huir del país.
El dolor persiste, las esperanzas de encontrar más sobrevivientes se agotan, pero en el triste recuerdo habrá un espacio para quienes superaron el sufrimiento y entregaron amor.
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