Jose R Oro*, colaborador de Prensa Latina
Cuba es una referencia mundial en educación, como todos sabemos. Población económicamente activa: 4,4 millones de personas, con una tasa de desempleo de solo tres por ciento. Con un alto nivel técnico y profesional, más del 18 por ciento de la población económicamente activa es universitaria. Con cerca del 13 por ciento del PIB invertido en este sector, ningún otro país del mundo, incluidos los más desarrollados, iguala a esta Isla del Caribe, que ha hecho de su política social un modelo para las naciones en vía de desarrollo. Timor Leste y Dinamarca siguen a Cuba, con un 11,3 y un 8,7 por ciento del PIB, respectivamente, dedicado a la educación. A guisa de comparación, Estados Unidos invierte apenas un 5,4 por ciento, o sea dos veces menos que Cuba, y Canadá un 5,5 por ciento.
En cuanto a América Latina, Bolivia ocupa el segundo puesto detrás de Cuba con un 7,6 por ciento, mientras que México y Argentina le destinan respectivamente un 5,2 y un 5,8 por ciento. Esto garantiza la continuidad de la capacitación técnica de los cubanos. En las próximas entregas se discutirá más detalladamente el tema de los recursos humanos de Cuba y su capacitación, entre otros componentes del desarrollo.
A pesar del Bloqueo y sus tremendas consecuencias, Cuba está catalogada por la ONU como un país de Desarrollo Humano alto. Los Índices de Desigualdad (Gini) muestran que Cuba tiene una sociedad estructurada de una forma justa. Todo ello impacta en los recursos humanos del país, y en general en su capacidad de usar los recursos.
Pero más allá de todas las cifras e indicadores me permito citar a un gigante del pensamiento científico cubano y entendedor como pocos del tema de los recursos, el Prof. Dr., Luis A. Montero Cabrera:
“Muchos consideran que la principal riqueza de Cuba en cuanto al potencial científico es su componente humano. Décadas de sostenimiento de la ciencia en condiciones de precariedad en relación con nuestros pares globales han debilitado considerablemente nuestro potencial de innovación en lo que se refiere a recursos materiales y de infraestructura. En contraste, nuestro sistema educativo de alto nivel, equitativo, universal y gratuito, y una educación universitaria marcada por la ciencia desde su reforma revolucionaria de 1962 han conducido a que el personal que se dedica en Cuba a desarrollar la innovación a través de la ciencia y la tecnología tenga cualidades muy singulares. Estas cualidades hacen que nuestro potencial científico humano sea verdaderamente extraordinario y muy competitivo en el escenario mundial actual. El reciente fenómeno de la maravillosa respuesta a la COVID-19 con tratamientos y vacunas muy efectivos, que han salvado miles de vidas aún en medio de agresiones externas que para muchos serían insalvables, es una prueba irrefutable.
En nuestro entorno universitario asistimos diariamente al despliegue de numerosos y brillantes talentos creativos. Es un criterio que se ha generalizado la afirmación de que si pudiéramos aprovecharlo a plenitud gozaríamos de un progreso espiritual y económico que determinaría un bienestar remarcable para todos los cubanos. Lamentablemente, esta meta ansiada por la Revolución Cubana desde que comenzó el fomento del saber cómo algo imprescindible en 1961 no se ha logrado plenamente. No es un secreto que desde hace muchos años y en la situación socioeconómica actual priman las disfuncionalidades derivadas de seis décadas de bloqueo por la potencia económica más importante del mundo, y las consiguientes desventajas internacionales para una economía esencialmente abierta. También cargamos con la herencia de dogmas estructurales provenientes de un socialismo naufragado que el propio líder de la Revolución Cubana reconoció que no se supo construir, y que este había sido “nuestro mayor error”.
El Bloqueo intenta impedir que Cuba desarrolle sus recursos de todo tipo.
El tan frecuentemente mencionado Bloqueo anti cubano es un conjunto de medidas de coacción y agresión económicas que entrañan una conducta genocida, orientadas a provocar la asfixia económica e inmovilidad de Cuba, con fines de que la población retire su confianza al gobierno revolucionario y reniegue del socialismo que ese propio bloqueo impide construir. Es una política unilateral que constituye una flagrante violación de los derechos humanos de los cubanos. Así definen los expertos y principalmente los reportes del MINREX ante la ONU a la política cruel e injusta implantada por el Gobierno de EE.UU. contra Cuba hace más de 60 años.
El 7 de febrero de 1962, el entonces presidente de EE.UU., John F. Kennedy, mediante la Sección 620a de la Ley de Ayuda Extranjera (1961), declaró el bloqueo total contra Cuba.
Los antecedentes de esa ley se remontan a 1959, cuando Washington comenzó a aplicar medidas dirigidas esencialmente a socavar puntos vitales de la defensa y la economía cubanas. Deseo puntualizar que esta fecha es de la mayor relevancia, ya que es ocho meses antes de la Crisis de octubre, y del descubrimiento por parte de aviones espía U-2 de la presencia de misiles soviéticos con capacidad nuclear en el territorio cubano. El Bloqueo no es de ninguna manera una consecuencia de la Crisis de Octubre, sino que la antecedió por ocho meses de jure, porque de facto ya existía en sus formas germinales desde finales de 1959.
Antes del 1 de enero de 1959 cuando triunfo la Revolución cubana, las compañías estadounidenses tenían grandes participaciones en activos mineros y energéticos de la isla, incluida las operaciones de níquel de Nicaro y Moa, la gran mina de cobre de Matahambre y la menor de El Cobre, diversas minas en producción como Charco Redondo (manganeso), Cayo Guam y La Delta (cromita), mientras compañías petroleras operaban varias refinerías en Cuba. Desde principios del siglo XX, geólogos de los Estados Unidos documentaron los recursos minerales de Cuba, como el cromo, el mineral de hierro y el manganeso; y durante la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos enviaron comisiones de geólogos a explorar minerales estratégicos (Hayes y otros, 1901; Burchard, 1919; Park, 1942; Page y McAllister, 1944; Guild, 1947). Por ejemplo, de 1916 a 1940, Estados Unidos importó más de 720 mil toneladas métricas de mineral de cromita de Cuba (Thayer, 1942). Esta cifra de exportación de cromitas (tanto de tipo metalúrgico como refractario) se multiplicó varias veces en las dos décadas subsiguientes.
En 1958, Cuba había sido el tercer país productor de níquel en el mundo, generaba el cuatro por ciento de la producción mundial de cobre y era uno de los principales productores de manganeso y cromitas. Casi la totalidad de esas producciones se dirigía al mercado estadounidense, y que en el caso del manganeso y la cromita como concentrado de bajo valor unitario eran muy sensitivos a los costos de transportación y prácticamente desaparecieron de la escena, solamente en el 2020 una nueva mina de cromitas en Camagüey echó a andar.
Se trató de destruir la industria del níquel/cobalto de Cuba, por ejemplo la planta niquelífera de Moa (hoy llamada Pedro Sotto Alba) se quedó sin ingenieros cuando había sido construida, pero no puesta en marcha aún. Solo la voluntad del ministro de Industria Comandante Ernesto “Che” Guevara y el talento impar del ingeniero cubano Demetrio Presillas lograron poner el funcionamiento lo que era entonces la planta más moderna y de tecnología de punta produciendo níquel/cobalto mediante lixiviación acida, tecnología entonces única en el mundo, produciendo sinter de Ni/Co para la refinería metalúrgica localizada en Port Nickel, Luisiana y en cambio enviar ese sinter a los Urales o mucho más tarde a Fort Saskatchewan, Canadá. Solo pongo estos ejemplos para que quede claro que el sector minero energético fue uno de los más golpeados por el inclemente Bloqueo desde los mismos inicios de esa criminal e ilegal entelequia. Si vemos en la tabla abajo, tomada de Cubadebate que en 2019 – 2020, las afectaciones directas del Bloqueo fueron de 5,570,000,000 de dólares, eso quiere decir que a cada cubano se le quitaron directamente de su bolsillo 506 dólares, y eso ha venido ocurriendo de una forma u otra desde hace más de seis décadas. La cuantía indirecta es imposible de calcular y más allá de las cifras están los daños intangibles, infligidos a las personas o de manera casi invisible, a la economía.
Para ilustrar con un ejemplo, si quisiéramos poner en producción un yacimiento de manganeso, ¿dónde encontramos a los mineros?, hay que formarlos desde cero, los de Charco Redondo, Boniato o La Maya, ya fallecieron o los menos viejitos viven en Bayamo, Santiago o La Habana, sin una continuidad a nivel local. Cuba formó una pléyade de tremendos profesionales en Geología, Geofísica, Minería, Metalurgia, técnicos en Topografía, Voladuras, Procesamiento Mineral, Medio Ambiente, operadores de equipos pesado de todo tipo y de muchas otras especialidades, que no han podido desplegar plenamente su talento debido al Bloqueo.
Es decir que en el sector minero– metalúrgico el Bloqueo ha golpeado tanto en el uso y potenciación de los recursos naturales, como en el uso de la privilegiada posición geográfica de Cuba para exportarlos, o de poner plenamente a generar riquezas para el bienestar del pueblo cubano a la enorme inversión de educar muchos miles de profesionales (cientos de ellos con grados científicos o docentes), miles de técnicos y obreros calificados.(sigue)
rmh/jro
*Ingeniero cubano residente en Estados Unidos
(Tomado de Firmas Selectas)