El 1 y 2 de febrero pasado los sindicatos promovieron una huelga general para denunciar la creciente inseguridad, mientras la oposición política anunció acciones para forzar la salida del poder del presidente Jovenel Moïse y aunque el paro laboral se levantó pocos centros docentes reanudaron las clases. ‘Los escuelas casi siempre son las víctimas cuando hay disturbios políticos, y aún así los padres tenemos que continuar pagándolas’, dijo a Prensa Latina Marithza Lauture, cuyo hijo de nueve años asiste a una institución en la barriada de Delmas.
Desde hace más de un año el curso académico en Haití sufre con las crisis sociopolíticas, inseguridad, pandemia y huelgas de profesores que no permiten completar el programa docente.
El peyi lok (país boqueado) a finales de 2019 restó al menos dos meses de clases, y la pandemia el pasado año otros tres, especialmente para las escuelas de menores recursos, incapaces de afrontar el trabajo a distancia o a través de los medios digitales.
En septiembre de 2020 los profesores protagonizaron un movimiento de protestas por casi un mes, para exigir ajustes salariales, pagos de honorarios atrasados y primas económicas prometidas por el Gobierno, a propósito del azote de la Covid-19.
En ese entonces las diversas misiones de Naciones Unidas en el país expresaron su preocupación por el impacto de la inseguridad y la crisis sanitaria en el sistema educativo nacional.
También insistieron en el derecho a una educación con calidad, inclusiva y equitativa, que priorice a quienes se encuentran en situaciones vulnerables.
Por su parte, el ministro de Educación, Pierre Cadet, ha exhortado a separar la escuela de las cuestiones políticas y permitir el derecho a la enseñanza.
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