Según la investigación que aparece en JAMA Network Open, los participantes en la pesquisa (16 mil 703 adultos de 70 años o más en Australia y dos mil 411 de 65 o más en Estados Unidos) no padecían enfermedades cardiovasculares (ECV), demencia, discapacidad física ni enfermedades crónicas «limitantes para la vida».
A todos los pesaron anualmente en sus citas de revisión periódicas entre 2010 y 2014, detalló el estudio al explicar que existe una «asociación significativa» entre una pérdida del indicador y la mortalidad.
El análisis descubrió que, en comparación con los hombres que mantuvieron un peso estable durante el periodo, los que perdieron entre un cinco y un 10 por ciento de peso tenían un 33 por ciento más de riesgo de fallecer, mientras que para las mujeres era de 26 por ciento.
Los individuos del sexo masculino que perdieron más del 10 por ciento de peso tenían un 289 por ciento más de probabilidades de morir; entretanto, en las mujeres de igual condición era de 114 por ciento la posibilidad de deceso.
Los investigadores señalaron que la diferencia entre hombres y mujeres estaría vinculada a que los primeros poseen un mayor porcentaje de músculo corporal que de grasa, caso contrario a las segundas.
A tono con el estudio, los que aumentaron de peso no mostraron un mayor peligro de mortalidad en el grupo de adultos mayores sanos.
También arrojó que la pérdida de peso podría asociarse a un mayor riesgo de diagnóstico de cáncer y de mortalidad por ECV, así como de otras enfermedades que acortan la vida.
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