A una semana exacta del inicio de la colisión entre ambos exaliados, el general al Burhan, presidente del Consejo Soberano de Transición (CST) y Hamdan alias Hamedi, caudillo de la milicia Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, inglés), aseguran que vencerán en la contienda.
La relativa calma de la noche pasada puede deberse a la necesidad de los rivales de reabastecerse y seguir el conflicto que, según estadísticas oficiosas, cobró cerca de medio millar de muertos y un número ocho veces superior de heridos, además de provocar cortes de electricidad y de servicio de agua potable.
Ambas calamidades en medio de un verano de averno con temperaturas próximas a los 40 grados mientras la población permanece en el interior de sus casas por elemental instinto de conservación.
El general Hamedi declaró que los aeropuertos “están abiertos para que los países amigos puedan evacuar a sus ciudadanos”, pero un portavoz de la embajada estadounidense en esta capital declinó la invitación debido a la inseguridad reinante por la fiereza de los combates.
La pugna de ambos hombres radica, según los elementos visibles, en la intención de al Burhan de incorporar al Ejército a los milicianos de las RSF, paso que dejaría a su rival sin su instrumento de poder y abriría el camino a su desalojo de la cúpula gobernante.
Hamdan Dagalo conformó su potente milicia, estimada en unos 10 mil efectivos armados con artillería ligera y ametralladoras pesadas, a la sombra del derrocado expresidente Omar al Bashir como tropa de choque en la levantisca región de Darfur (oeste).
En pago, le confió el control de la extracción de oro de las minas sudanesas, labor durante la cual acumuló una considerable fortuna.
Completado el segundo golpe para controlar el CST, al Burhan lo ascendió a la vicepresidencia a pesar de las protestas de partidos políticos, gremios y asociaciones de profesionales que lo acusan de violaciones de los derechos humanos y de su personalidad psicopática.
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