Eso nos lleva a pensar en los cerca de 66 mil 353 niños y adolescentes que realizan trabajo infantil en territorio nacional, los abandonados de la fortuna, según reflejó recientemente la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples 2022, del Banco Central de Reserva (BCR).
Ese muestreo encontró que cuatro de cada 10 niños que trabajan dejaron la escuela, y en general pasarán a ser parte del gran ejército de menos favorecidos en la sociedad.
Es algo común ver a niños solos u otras veces acompañando a sus madres, ofreciendo mercancías y disimiles productos en los mercados del país para ayudar al sustento propio, de sus hermanos, y en general de su hogar.
Es lastimoso que muchos de esos niños y adolescentes pasaran a ser blanco del reclutamiento de las pandillas, pues según algunas fuentes cuando el hambre aprieta no hay escapatoria y la decencia cede ante la necesidad.
En la conversación con Argueta, abogada y dirigente del FMLN, esta valoró que los pandilleros sean jóvenes y a veces niños, tiene base en una causa estructural que “no está siendo atendida o sea, se quiere atender las consecuencias sin ir a las causas que originan el fenómeno”.
“En este país, sigue habiendo pobreza, cada vez la brecha es más grande, la corrupción, por ejemplo, la violencia social, sicológica, eso está a la orden del día, hay elementos que también corresponden a esos otros fenómenos no atendidos, que conllevan a la desintegración de familias, jóvenes que no crecieron y se educaron en sus hogares con sus propios padres”, explicó.
Esta es una sociedad con una gran cantidad de madres solteras, dijo, que además son quienes llevan el sustento diario, entonces no tienen más opción que dejar a sus hijos a merced de lo que puedan encontrar en sus ambientes laborales o educativos o de sus colonias, y eso lleva a muchos menores de entre cinco y 17 años, a ingresar al mercado de trabajo informal.
Además súmele a eso que hay más de 400 mil jóvenes Ninis (ni estudian, ni trabajan), y que a la larga son blanco de traficantes de drogas, pandilleros y otros “trabajos informales”.
El estudio del BCR sostuvo que en 2022, la población de cero a 17 años era de un millón 740 mil 608 personas, de estas, 903 mil 394 son niños y 837 mil 214 son niñas, y el mayor grupo se localizó entre los nueve a 13 años, en el caso de las niñas con 243 mil 416; y en el caso masculino de cuatro a ocho años, con 269 mil 062.
Otro dato del estudio mostró que el 60.9 por ciento de estos niños y adolescentes están en el área rural del país, mientras que el 39.1 se ubican en zonas urbanas, lo que corrobora informes del abandono que enfrenta la población rural salvadoreña.
En este “mercado laboral”, los varones están representados por el 75 por ciento, la mayoría por adolescentes de entre los 14 y 17 años.
De acuerdo con la legislación salvadoreña, la edad mínima para trabajar es a los 14 años pero la necesidad lleva a algunas familias a permitir que niños que debían estar en la escuela ingresen al mercado de trabajadores informales, al que solo acuden los más necesitados para marcar un contraste con una parte de la población que es vista como integrante de la élite.
El estudio del BCR precisó que hay “un alto porcentaje de niños y adolescentes en condición de trabajo por debajo de la edad mínima, lo cual, según expertos, impide el acceso a la educación y pleno desarrollo.
La pesquisa encontró que 16 mil 799 menores están en una condición de trabajo infantil por debajo de la edad mínima, o sea, que tienen una edad de 13 o menos años, lo que representa el 1.3 por ciento de la población.
La situación es compleja también para los más de 70 mil niños cuyos padres emigraron en 2022, principalmente a Estados Unidos, a veces uno de sus padres o ambos migraron hacia otros países, la que los deja indefensos para marcar un contraste entre los que tienen y los que no tienen.
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