De acuerdo con reportes de la prensa local, el extaxista, que fundó la Iglesia Internacional de la Buena Nueva (Good News International Church) en 2003, podría ser juzgado por su papel en la llamada Masacre del bosque Shakahola, donde al menos 109 miembros de su secta fueron encontrados muertos.
El 14 de abril las autoridades descubrieron los restos de cuatro adeptos de la congregación dirigida por Makenzie Nthenge, y ese día otras 11 personas habían sido rescatadas y hospitalizadas.
Pero los macabros hallazgos siguieron en un bosque, situado cerca de la ciudad costera de Malini, el jefe de la Policía Japhet Koome afirmó que se había confirmado la muerte de más de medio centenar de personas, en cifra que incluye los cuerpos exhumados y los que murieron de camino al hospital.
Tras conocerse esos hechos, el presidente de Kenya, William Ruto, alertó la pasada semana sobre las acciones de movimientos terroristas que usan la religión como pretexto para cometer asesinatos y prometió adoptar medidas contundentes contra estos.
El mandatario aseguró que luchará contra esos movimientos religiosos, que calificó de turbios, «lo que vimos en Sakhola es propio de terroristas… los terroristas utilizan la religión para promover sus atroces actos».
Ruto, exigió a los organismos responsables que se ocupen del asunto y lleguen a la raíz y al fondo de las actividades de las religiones y de las personas que quieren usar la fe para promover una ideología turbia e inaceptable.
Algunas fuentes cuestionan la actitud de las autoridades, que conocían las actividades del pastor desde 2017, quien fue detenido con anterioridad, acusado de radicalización y de dirigir una escuela no registrada, porque convencía a los infantes de no ir a la escuela.
Luego volvió a ser detenido el mes pasado después de que dos pequeños murieran de hambre, pero pagó una fianza de 100 mil chelines kenianos (unos 740 dólares) y fue liberado, hasta que se entregó a las autoridades tras el descubrimiento.
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