En realidad, el cuento infantil ¡Que viene el lobo!, también conocido como Pedro y el lobo, puede parecer traído de los pelos para hablar del duelo probablemente más espectacular de la temporada entre dos colosos del balompié.
Ninguno de los equipos tiene margen para especular, ni tampoco afrontan el encuentro con temor, pero sí ambos parten con la obligación de ofrecer su mejor versión y al menos, convencer a sus seguidores que son capaces de dar la batalla.
Dicho así, con toda la parafernalia que rodea al deporte de las multitudes, las apuestas se inclinan ligeramente a favor del City por su condición de local este miércoles y sin dudas, por la profundidad de su plantilla.
En cualquier caso, para el orgullo madridista hay una sola forma de terminar bien la actual contienda: acceder a la final de la Champions League y, de ser posible, conquistar la 15 Orejona.
Para ello tendrá que doblegar al potente Manchester City y en predios ingleses. Una presión suprema para un conjunto blanco que llegó a semifinales con un rendimiento irregular en todas las competiciones.
El estado de forma de los celestes de Pep Guardiola inspira respeto. Al “killer” goleador noruego Erling Haaland, se le suman a un gran nivel el belga Kevin De Bruyne, el alemán Ilkay Gundogan, el portugués Bernardo Silva y el español Rodri Hernández, por sólo mencionar algunos.
Del otro lado de la barrera, una escuadra merengue con demasiadas intermitencias y, sobre todo, del francés Karim Benzema, a quien le han pasado factura las lesiones y no es el jugador determinante del pasado año.
Ahora todo gira en torno a dos jovencitos brasileños, Rodrygo Goes, y muy especialmente Vinicius Junior. Sin embargo, la “casa blanca” sufre en demasía en defensa y al menor despiste, el City puede castigar con dureza.
Necesitarán los de Carlo Ancelotti, además de una mejoría de Benzema, prestaciones de excelencia del uruguayo Fede Valverde, pulmón incontenible del mediocampo, pero poco eficaz en el ataque, y, por supuesto de otra noche deslumbrante de dos veteranos, el alemán Toni Kroos y el croata Luka Modric.
El planteamiento técnico-táctico de dos de los más prestigiosos entrenadores del mundo será como el guión de una obra de fútbol, en la cual la puesta en escena será un ejercicio de inteligencia, entrega y un poco de suerte.
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