En las próximas horas, los dos dignatarios dialogarán en Beijing y, según trascendió, analizarán con profundidad el estado de los nexos y la cooperación, así como cuestiones de mutuo interés para cada lado.
También es posible que durante la jornada, otras importantes figuras de China reciban al visitante.
Las autoridades locales esperan que la estancia aquí de Mishustin contribuya a fortalecer mucho más los intercambios económico-mercantiles, políticos y pueblo a pueblo.
Ayer el primer ministro ruso inició su visita con un foro empresarial en Shanghái, donde auguró el crecimiento exponencial en el comercio con China durante 2023.
Enfatizó en que lo acompañarán importantes transformaciones y, especialmente, una menor dependencia del dólar estadounidense.
Manifestó confianza en que ambos países incrementarán el volumen mercantil hasta situarlo en los 200 mil millones de dólares, ampliarán los pagos en monedas nacionales y así dejarán de lado tanto el billete verde como otras divisas occidentales.
«Si en 2021 solo una cuarta parte de las liquidaciones entre nuestros países se realizaban en moneda nacional, el año pasado fueron casi dos tercios. Seguiremos aumentando la independencia de la cooperación financiera bilateral y reforzando así la soberanía económica», señaló.
Mishustin se refirió a los planes de Rusia para ampliar las conexiones aéreas con China y desarrollar otras rutas de transporte, tras considerar de vital relevancia ese tipo de cooperación «en el nuevo entorno geopolítico».
Habló del buen potencial para colaborar en el terreno de la informática, citó los proyectos bilaterales en marcha sobre la introducción de soluciones digitales en diversos ámbitos de la vida de las personas.
Por otro lado, el Primer Ministro dijo que Rusia estrechará más los vínculos con las naciones amigas, está orientada hacia los mercados de rápido crecimiento como el gigante asiático y convocó a Beijing a trabajar juntos por un mayor acceso de los respectivos mercados agrícolas.
Entre otras cuestiones, destacó la resiliencia de la economía de su país, pese a las sanciones occidentales y presiones para quebrarla y «golpear el nivel de vida de los ciudadanos de a pie».
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