La agenda del evento incluyó un informe sobre los progresos de la Estrategia Mundial para la Salud de la Mujer, el Niño y el Adolescente (2016-2030), en el que se insta a los países a aumentar la inversión en planificación familiar y atención posnatal de rutina para las embarazadas y los recién nacidos en un intento por reducir la mortalidad materna e infantil.
El documento señaló que en la mayoría de las regiones del mundo -con la excepción del Sudeste Asiático- las tasas de mortalidad materna e infantil se estancaron o aumentaron, en tanto aseguró que la mayoría de estas muertes son evitables y se deben a la falta de acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva, así como a la atención prenatal.
En América Latina y el Caribe, cerca de ocho mil 400 mujeres mueren cada año debido a complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto, con un impacto desproporcionado en las madres en situación de pobreza y las pertenecientes a minorías étnicas. Aproximadamente nueve de cada 10 de estas muertes son evitables.
Durante el debate, los países de las Américas destacaron la importancia de recuperar los avances en materia de mortalidad materna tras la pandemia de la Covid-19, con especial atención a las poblaciones vulnerables, así como reforzar las iniciativas de salud mental para los adolescentes.
La Estrategia Mundial de la OMS proporciona a los países una hoja de ruta para poner fin a las muertes prevenibles de madres, recién nacidos y niños, incluidos los mortinatos, de aquí a 2030, así como para mejorar su salud y bienestar general.
Durante una mesa redonda sobre el papel de la comunidad de salud en la acción climática, que contó con la intervención del director ejecutivo del COP28, la conferencia de la ONU sobre el cambio climático, Adnan Amin, los participantes subrayaron el vínculo intrínseco entre el cambio climático y la salud.
En las últimas décadas, el cambio climático ha provocado un aumento de los fenómenos meteorológicos extremos, como huracanes e inundaciones, así como un incremento de las enfermedades infecciosas y transmitidas por vectores.
Tal situación es especialmente preocupante en los pequeños Estados insulares en desarrollo del Caribe, que se encuentran en la primera línea del impacto del cambio climático en la región y, sin embargo, contribuyen en un porcentaje comparativamente ínfimo a las emisiones de gases de efecto invernadero, uno de los principales motores del calentamiento global.
Los participantes destacaron que la salud debería ser un argumento de peso para impulsar el llamado a la acción en respuesta al cambio climático en el periodo previo a la COP28.
El Director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), doctor Jarbas Barbosa, instó a los ministros de Salud y delegados de alto nivel participantes en la Asamblea a utilizar todos los conocimientos y recursos disponibles para asegurar que la salud de las personas se sitúe en el centro de la respuesta mundial a futuras pandemias y emergencias.
«Nosotros, los supervivientes, tenemos la gran responsabilidad y el imperativo urgente de poner en marcha acciones audaces que sean un balance de la experiencia de los países en la respuesta a la Covid-19”, afirmó el doctor Barbosa.
El titular de la OPS destacó que, aunque prevenir una pandemia puede ser extremadamente difícil, hay que romper el patrón histórico de pánico y negligencia ante las amenazas futuras.
Esto requerirá un análisis adecuado de las respuestas que involucre a todos los sectores, a la comunidad internacional y a los beneficiarios, para revisar los desafíos que enfrentamos, las debilidades y las fortalezas, e identificar las acciones que se necesitan implementar inmediatamente, a corto y largo plazo.
Barbosa resaltó que muchos países, incluidos los de las Américas, enfrentaron desafíos para responder a la pandemia, en particular en lo que respecta a la vigilancia y el acceso a diagnósticos, medicamentos, vacunas y personal de salud calificado.
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