El autor de La Casa de Bernarda Alba (1945), para muchos su obra maestra, Bodas de sangre (1933), poemas, prosa y composiciones teatrales, transitó hasta el final de sus días por varios períodos históricos, desde que nació hasta su fusilamiento.
Vino al mundo en 1898, año en que su país perdió en la guerra hispano-cubana y la isla quedó en manos de Estados Unidos; en su estancia en la Residencia de Estudiantes, en 1919, vivió una época de hervidero intelectual.
Perteneció a la generación del 27, en medio de un escenario de continuos cambios sociales y políticos, en el cual aparecieron jóvenes escritores difíciles de contextualizar en los grupos ya existentes, sin embargo, este se caracterizó por fundir las formas de la poesía tradicional con los movimientos de vanguardia.
El escritor está considerado, como el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo XX, y como dramaturgo, una de las cimas del teatro de la nación ibérica de la pasada centuria.
La etapa de 1924 a 1927 para muchos críticos fue el momento en el que el escritor llegó a su madurez como poeta, sin embargo, según sus propias palabras, fue cuando vivió una de las crisis de su vida, debido a las críticas recibidas por el éxito del Romancero gitano.
En la primavera de 1929, le propusieron ir a Nueva York y describió la ciudad estadounidense como un lugar «de alambre y muerte».
Fue sorprendido en la urbe por el trato dado a los negros y tildó a Estados Unidos como «una civilización sin raíces».
Siete años después se dirigió a la Huerta de San Vicente para reunirse con su familia y arribó tres días antes de estallar en Melilla la sublevación militar que dio lugar a la Guerra civil.
Lo arrestaron en julio de 1936 y fue fusilado un mes más tarde.
Su amigo y colega Jorge Guillén decía que cuando se estaba con él «no hacía ni frío ni calor. Hacía Federico».
«Cuando se recorren los parajes, pueblos, huertas y veredas que el granadino frecuentó, todo se impregna de él. Y solo hace Federico», expresó el también poeta de la Generación del 27, el mayor en edad de todos.
El mega grafitti en el frente de su natal domicilio lo demuestra y es como para nunca olvidar a ese juglar, pues las dimensiones de la obra de un artista local, el mismo de El niño de las pinturas, cubre la fachada completa.
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