Polo (realmente llamada Fernando Borrego) tenía 47 años cuando perdió la vida el 26 de noviembre de 2002 llenando de estupor a toda una isla y más allá, enlutando el corazón de los amantes de su genuino canto poético forjado en el campo.
Tan fulminante fue su muerte como su entrada, pocos años antes, al panorama musical cubano y latinoamericano donde se instaló con un éxito que, según dijo, nunca hubiera imaginado.
El intérprete autodidacta nacido el 5 de junio de 1955 en Candelaria, provincia de Pinar del Río, esculpió su arte y voz particulares al calor de las labores de labranza y el rústico sonar de los aperos, de la mano de su padre y otros miembros de su familia.
Con ese sustrato el cantante y compositor de unos 100 temas llegó a universalizar los ritmos más auténticos de la campiña de Cuba, donde se dejó escuchar y querer con bellas canciones salidas de su alma de guajiro natural.
Alguna vez Polo dijo: “Siempre soñé con vivir para la música. Pero no era fácil ni era tan claro el camino”.
Y estaba marcado que su sueño se haría realidad, pues en 1994 formó un grupo musical y comenzó a actuar profesionalmente en el centro turístico Las Terrazas, 50 kilómetros al oeste de La Habana, y allí lo descubrió cinco años después José Da Silva, ejecutivo de la casa discográfica europea Lusafrica.
En breve historia, con él Polo firmó un contrato para la grabación de tres discos, el tercero de los cuales no llegó a terminar; el primero fue Guajiro natural que traía la canción Un montón de estrellas, siguió Guitarra Mía, y posteriormente tocaba el turno a Memoria.
Así llegó a la fama, primero en Colombia y luego en Cuba, en menos de tres años y con solo dos discos un cantautor original y guajiro del occidente cubano que puso a hizo bailar plazas enteras de México, España, Colombia, y naturalmente de su patria natal, entre otras.
En su país, un hasta entonces desconocido Polo Montañez irrumpió y enamoró al gusto popular cuando en el panorama musical brillaban renombrados artistas y orquestas ya establecidas en la banda sonora de los bailadores.
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