La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se propone poner en marcha herramientas que faciliten el cumplimiento de las normas de higiene, garanticen una producción y distribución seguras con el fin de proteger la salud de los consumidores.
Este conjunto de instrumentos está destinado a todos los operadores, los que están en la explotación agrícola o en una fase más avanzada de la cadena de valor, independientemente de su tamaño y ubicación.
Se basa en el Codex Alimentarius (código alimentario en latín), una colección de directrices gestionada de forma conjunta con la Organización Mundial de la Salud (OMS), y que tiene como objetivo proteger la salud de las personas y promover prácticas justas en el comercio de alimentos.
Por ejemplo, contiene guías sobre higiene personal, qué instrucciones brindar a los visitantes externos que acceden a una instalación de producción de alimentos, el procedimiento y la frecuencia de lavado de manos correctos y sugerencias de vestimenta adecuada.
Según la FAO y la OMS, con la elevada cifra de casos por enfermedades transmitidas por comida, la inseguridad alimentaria es una amenaza para la salud humana y las economías, y afecta de manera desproporcionada a las personas vulnerables y marginadas, especialmente mujeres y niños, poblaciones afectadas por conflictos y migrantes.
De acuerdo con los cálculos 420 mil personas mueren cada año en todo el mundo tras ingerir comida contaminada, y los niños menores de cinco años soportan el 40 por ciento de la carga de enfermedades de transmisión alimentaria, con 125 mil fallecimientos anuales.
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