Sus pinturas, llenas de pasión y compromiso social, plasman la realidad de los oprimidos y dan voz a aquellos silenciados, rememoró este jueves el director de la oficina en Quito de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), Julio Carranza.
Durante su vida nos dejó muchas lecciones, pero sobre todo nos enseñó un profundo respeto por las causas justas, afirmó Pablo Guayasamín, hijo de quien llevó al lienzo el sufrimiento, la protesta, la pobreza, la ira, la resignación, las guerras y la esperanza de los más desfavorecidos.
La Fundación Guayasamín, encargada de preservar y difundir la obra del insigne pintor, recordó cómo el artista, fallecido en 1999, encontraba alegría en celebrar su cumpleaños junto a su familia y amigos más cercanos.
Por eso esta noche, en ocasión del 104 aniversario de su nacimiento le rendirán homenaje con un concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional en la Capilla del Hombre, complejo monumental ideado por el maestro como tributo al ser humano.
El 6 de julio de 1919 nació el pintor que llevó su arte indígena y mestizo desde Ecuador a lugares encumbrados de la cultura del mundo e inmortalizó a figuras como el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, a quien le unió una profunda amistad.
“Nunca vi a alguien moverse a tal velocidad. Mezclar pinturas (…), revolver, añadir líquidos, mirar persistente con ojos de águila, dar brochazos a diestra y siniestra, sobre un lienzo en lo que dura un relámpago, y volver sus ojos sobre el asombrado objeto viviente de su febril actividad”, dijo sobre él Fidel Castro.
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