Según la fuente, fueron registradas 11 mil 300 declaraciones de daños por los disturbios, que pusieron en jaque a las fuerzas del orden entre el 27 de junio, día en el que el adolescente de 17 años murió por el disparo de un agente, y la primera semana de julio.
La cifra de propiedades destruidas o dañadas, sobre todo vehículos y edificaciones, ronda las cuatro mil, y tres mil 900 de ellas representan el 90 por ciento del costo calculado.
En el transporte público, solo en la Región Parisina 39 buses quedaron consumidos por las llamas, mientras en el sector educativo, sus autoridades señalaron al menos 60 escuelas y establecimientos docentes afectados.
El 27 de junio, Nahel perdió la vida durante un control policial en Nanterre, en la Región Parisina, hecho que el uniformado responsable –detenido desde entonces- trató de justificar como un acto de defensa propia, pero un video divulgado en las redes sociales no parece concordar con su versión.
La muerte del adolescente aumentó las críticas y las denuncias por la violencia y la discriminación policiales en Francia, e incluso la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos pidió al Gobierno atender el tema.
Sin embargo, la violencia que siguió a las protestas generó un amplio rechazo en la sociedad francesa, afectada además de los destrozos, por toques de queda y restricciones en el transporte.
La celebración del Día Nacional, que recuerda la toma de la Bastilla el 14 de julio de 1789, es motivo de preocupación ante la posibilidad de nuevos brotes de disturbios, por lo que el Gobierno prevé un amplio despliegue de seguridad.
El fin de semana se oficializó la prohibición de venta, tenencia y uso de fuegos artificiales por no profesionales, considerando que los artefactos pirotécnicos fueron empleados como armas durante la reciente ola de violencia urbana.
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