La celebración de la fiesta nacional francesa, el 14 de julio, será especialmente tensa, pues el gobierno no quiere ningún tipo de protesta o de violencia, y para ello decidió establecer un dispositivo “excepcional” para el que contará con 130 mil miembros de las fuerzas del orden y con más de 40 mil bomberos cada noche.
No serán las únicas medidas de control, los servicios de autobuses y tranvías se suspenderán a partir de las 22:00, hora local, en «todas las grandes zonas urbanas», o incluso antes en algunas zonas, además se suprimió la venta de artefactos pirotécnicos e igualmente se prohibieron todas las manifestaciones susceptibles de generar disturbios.
Según explicó Darmanin, este despliegue sigue el «mismo modus operandi que durante los disturbios» ocurridos en las últimas semanas, que siguieron a la muerte del joven asesinado por un policía el 27 de junio, e igualmente se desplegarán unidades de élite de la policía así como helicópteros y vehículos blindados de la gendarmería, añadió el ministro.
Por último aseguró que «no se ha cancelado ninguna festividad a petición del Ministerio», y prometió que «todos los conciertos y fuegos artificiales» continuarían los días 13 y 14 de julio, pero en al menos seis ciudades se anularon sus fiestas, para tratar de evitar disturbios.
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