La policía local informó que al individuo que buscan “va armado y es peligroso”, y fue identificado como Andre Longmore, de 40 años.
Con una población cercana a los ocho mil 500 habitantes, Hamptom se encuentra a unos 29 kilómetros de Atlanta, la capital de ese estado del sureste del país.
Solamente ayer el Archivo de la Violencia Armada reportó –incluido el incidente en Hampton- siete víctimas fatales y 10 heridos en hechos ocurridos además en Homestead (Pensilvania), Memphis (Tennessee) y Antioch (California).
Apenas transcurrió poco más de la mitad del año y ya Estados Unidos va por 383 tiroteos masivos, una epidemia que pide acabar el presidente Joe Biden, pero en cuyo –tortuoso- camino se interponen fuertes intereses.
Al lamentar el pasado 4 de julio “una ola de tiroteos trágicos y sin sentido en todo Estados Unidos» en jornadas en que se suponía eran para festejar, Biden expresó que reza «por el día en que nuestras comunidades estén libres» del flagelo.
Sin embargo, una de las promesas que ya hizo su eventual rival republicano en las elecciones de 2024 va en la dirección contraria.
El expresidente Donald Trump (2017-2021) anticipó que de volver a la Casa Blanca cogerá “la orden ejecutiva de Biden que ordena al Gobierno federal apuntar a la industria de las armas de fuego”, y la arrancará y tirará “el primer día».
Durante el foro de liderazgo del Instituto para la Acción Legislativa 2023 de la Asociación Nacional del Rifle celebrado en abril, el magnate se comprometió a no infringir los derechos de los ciudadanos recogidos en la Segunda Enmienda.
Aseguró al propio tiempo que presionaría al Congreso para que aprobara una reciprocidad en materia de portación oculta de armas de fuego.
Estados Unidos es el único país del mundo donde existen más armas de fuego en poder de civiles que habitantes; los homicidios con esos artefactos son 25,2 veces más altos y en el que suceden más tiroteos masivos.
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