Países como Mali, Guinea y Burkina Faso, también integrantes de la Cedeao, anunciaron que considerarían una intervención militar en Níger como una declaración de guerra en su contra, lo que complica aún más la situación en esa región africana.
Así mismo, esas naciones rechazaron cualquier tipo de sanciones económicas contra las nuevas autoridades de Niamey.
Mientras, Guinea enfatizó que no está obligada a cumplir las sanciones aprobadas por la cumbre de la Cedeao del pasado 30 de julio.
La Cedeao suspendió todas las transacciones comerciales y financieras entre sus estados miembros y Níger, además de congelar los activos nigerinos en bancos centrales de la región.
Los gobiernos de Mali y Burkina Faso recordaron también las nefastas consecuencias de la intervención militar de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) en Libia, a la que responsabilizan de la expansión del terrorismo tanto en el Sahel como en toda África Occidental.
Una junta militar denominada Consejo Nacional para la Salvaguardia de la Patria (CLSP) anunció el pasado miércoles a través de la televisión estatal, la destitución del presidente Mohamed Bazoum, y la suspensión de las instituciones, así como el cierre de las fronteras y un toque de queda nocturno.
El comunicado militar señaló asimismo que toda intervención exterior, sea cual sea su procedencia, tendría consecuencias desastrosas e incontrolables para el país.
Este es el segundo intento de golpe que sufre el actual gobierno del país africano después de que el 31 de marzo de 2021 las autoridades nigerinas abortaran una tentativa contra Bazoum dos días antes de su toma de posesión.
Níger es uno de los países más pobres del mundo que sufre los efectos del cambio climático y una crisis alimentaria que afecta a millones de personas.
Después de Malí y Burkina Faso, es el tercer país del Sahel afectado por más ataques de grupos islámicos radicales.
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