En su informe difundido aquí “Grandes Incendios Forestales (…), la gestión es urgente”, la organización ecologista subrayó la importancia del cumplimiento de la normativa existente en las Zonas de Alto Riesgo (ZAR) y la inversión en gestión de bosques.
Los incendios se ceban en el Mediterráneo (Grecia, Italia, Argelia, España), es la región donde más se aprecian los impactos del cambio climático con incendios más peligrosos, rápidos e incontrolables, afirmó el análisis de Greenpeace.
Precisó que según estudios, el cambio climático también aumenta las tormentas eléctricas, incrementando los fuegos ocasionados por rayos. “Los propios operativos en extinción alertan de que ya no pueden garantizar la seguridad” debido a los cambios ocurridos, acotó.
Sobre España, señaló que es uno de los países de la Unión Europea (UE) más afectados por los siniestros y 2022 fue el peor de los últimos 28 años, cuando ocurrieron 57 Grandes Incendios Forestales (GIF), responsables de más del 80 por ciento de la superficie quemada.
Un balance de 30 mil personas desalojadas, cuatro fallecidas, 90 heridas, miles de hectáreas de alto valor ambiental afectadas, pérdidas de infraestructuras y de medios de vida de la población rural es el balance de lo ocurrido en España, puntualizó.
Greenpeace detalló que según las últimas actualizaciones, se han quemado 62 mil 794 hectáreas, con 16 GIF y nueve mil personas evacuadas.
Entre ellos el fuego en Pinofranqueado (Cáceres) con más de 10 mil hectáreas afectadas y el de Puntagorda (La Palma) con tres mil 162 hectáreas, de las cuales 200 están en el Parque Nacional de Taburiente.
El grupo recomendó la prevención para evitar y mitigar los daños causados por los grandes incendios forestales. Y se da en dos claves: una de ellas es reduciendo las igniciones (la causa que origina el fuego) y la segunda es gestionando el paisaje por donde transcurre el siniestro, anotó.
Agregó que el abandono del medio rural, entre otras causas, generó una mayor superficie forestal que sufre el aumento de sequías y olas de calor, lo que supone la desecación de la vegetación por pérdida de agua (evapotranspiración), y que la convierte en “combustible”, es decir alimento para el fuego.
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