En Texas (sur), las autoridades investigan la balacera ocurrida en la madrugada de este domingo en el club nocturno El Antro.
Mientras en Washington DC el suceso provocó una fuerte movilización policial la noche del sábado y parte de la madrugada de este domingo en áreas del sureste de la urbe.
La Policía Metropolitana informó que las víctimas fatales son dos hombres y una mujer, mientras que otras dos personas resultaron heridas, una de ellas de gravedad.
“Esta violencia armada tiene que parar. Es increíblemente frustrante”, expresó Pamela Smith, jefa interina de la policía de Washington.
La oficial dijo que “esto no es una zona de guerra” y es necesario que los residentes se sientan seguros.
El pasado 4 de julio, durante las celebraciones por el Día de la Independencia, el presidente Joe Biden confesó que reza para ver el momento en “que nuestras comunidades estén libres de la violencia armada”.
«No hay nada que podamos decir para llenar los agujeros en (…) corazones o para curar a aquellos que sufrieron daños irreparables», lamentó.
De acuerdo con el Archivo de la Violencia Armada, Estados Unidos registra ya 427 tiroteos masivos desde que comenzó el 2023, o sea, más balaceras que días del año.
Detrás de la aparente normalidad que se aprecia en ciudades como la capital estadounidense está latente el ambiente generalizado de que aquí nadie está a salvo.
Los tiroteos se producen en cualquier momento y lugar, porque se trata, como bien admitiera el presidente Biden, de la epidemia de las armas.
Junto a los llamados al control de estos artefactos existe una fuerte oposición de lobby de las armas en el Congreso, que logra descarrilar cualquier iniciativa.
Estados Unidos posee el triste récord de contar con más artefactos letales en poder de civiles que habitantes.
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