Las elecciones generales del pasado 23 de julio determinaron que el PP fue el ganador con 137 escaños, pero requiere de 176 para poder lanzar una investidura presidencial hacia el Palacio de la Moncloa.
No le alcanzan tampoco los puestos de la ultraderecha de Vox, con el cual sí logró pactos en Comunidades Autónomas y municipios, ni tampoco con el favo de UPN de Navarra. Pero, no descansa en su empeño de derrocar al jefe del Gobierno en funciones y líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez.
Con mensajes contradictorios, desde “derrocar al sanchismo”, “apelar al espíritu democrático del PSOE y permitirles gobernar” o “la actitud constructiva de Vox” al hacerse a un costado y sin condiciones apoyar el ascenso del PP, la derecha intenta con todas sus fuerzas descalificar a Sánchez.
Los flancos probablemente débiles del actual inquilino de la Moncloa son sus deseos de negociar con partidos pequeños muy criticados por los conservadores en España, como EH Bildu del País Vasco (asociado con ETA) o los independentistas catalanes de Junts, vinculados al prófugo de la justicia Carles Puigdemont.
Tampoco le hizo mucho favor a Sánchez irse de vacaciones a Marruecos, lo que desató numerosas críticas –incluidas de parte de la izquierda-, por su cercanía con un régimen que viola los acuerdos de la ONU sobre el derecho a la independencia y soberanía del pueblo de Sáhara Occidental.
-AVISPERO REVUELTO
Con el avispero revuelto y la mayor parte de los políticos de izquierda de vacaciones, la derecha apeló a todo su arsenal mediático para tratar de arrinconar a Sánchez y obligarlo a ceder a una administración del PP.
Sin embargo, de momento no ha funcionado el proverbio de “a rio revuelto, ganancia de pescador”, y las perspectivas de un gobierno encabezado por el mandamás del PP, Alberto Núñez Feijóo, siguen remotas.
De hecho, el penúltimo remolino llegó con el anuncio de Vox que permitiría el ascenso de Feijóo a la Moncloa con tal de impedir la continuidad de Sánchez, lo cual granjeó a los negacionistas del cambio climático, la violencia contra la mujer y la agenda 2030 de la ONU, entre otras “perlas”, simpatías de políticos del PP que lo valoran como un “acto constitucionalista y democrático”.
Luego, llegó el frenazo a las campanas al vuelo cuando la dirección del PNV (Partido Nacionalista Vasco), ratificó este lunes su decisión de no facilitar una hipotética investidura de Núñez Feijóo.
En su declaración, el PNV subrayó que es ‘oportuno y conveniente refrescar la memoria’,, al señalar que ‘el 24 de julio, el Euzkadi Buru Batzar (PNV) fijó su posición con meridiana claridad’, de no respaldar la investidura del candidato del PP.
Recientes acuerdos entre el PP y Vox para gobernar en coalición Aragón y Valencia, y antes en Castilla y León, despertaron críticas por eliminar conquistas relacionadas con la mujer, la violencia de género, la comunidad LGTBI y la ley de memoria democrática.
Todo queda pendiente a la fecha del 17 de agosto, cuando se instalarán las nuevas Cortes Generales (Parlamento) a partir de lo cual, el rey Felipe VI, en calidad de jefe de Estado, podrá llamar a todos los grupos para decidir una propuesta de investidura.
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