La tradicional fiesta anual comenzó el pasado día 4 bajo la dirección de la violinista escocesa Nicola Benedetti, en su primera edición al frente del prestigioso evento, indicó scherzo.es.
Con un carácter más comunitario, el festival involucra este año al público, “atrayéndolo a debates que honrarán a Edimburgo como una ciudad histórica, donde surgen ideas increíbles”, explicó Benedetti.
La capital de Escocia se convierte en un gigantesco escenario al aire libre, en la que lo mismo el viajero puede encontrar un concierto o una obra de teatro improvisada.
Músicos provenientes de toda Escocia se dan cita en esta edición 76 que, como es habitual, combina espectáculos musicales y artes escénicas.
La oferta del Fringe, un festival paralelo, también ofrece gran variedad de espectáculos alternativos y callejeros, y el mismo acoge a artistas de todo el mundo para entregar a los asistentes más de tres mil 350 espectáculos de danza, musicales, comedia, circo o cabaret, señaló scherzo.es.
El Festival de Edimburgo es un espectáculo de posguerra, pues nació en 1947, con los trastornos y reminiscencias ruinosas de la Segunda Guerra Mundial sobre las espaldas de quienes vivieron la contienda.
Sin embargo, esta urbe optó por invitar a artistas de todas las nacionalidades para crear un espacio en el cual se festejen la vida y las artes, sin importar de donde sean.
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