La llamada ayuda humanitaria podría resumirse en dinero, leyes más restrictivas y militarización, aunque de esto último no se ofrecen más detalles.
Enviada a la IV reunión plenaria de las conferencias Regional y Suramericana de Migraciones, celebrada a puertas cerradas el miércoles último en esta capital, la subsecretaria adjunta principal de la Oficina de Población, Refugiados y Migración del Departamento de Estado, Marta Youth, fue clara: desembolsarán 16 millones de dólares para 11 países, pero sin mencionar cuales.
También afirmó que el norteño país no puede atender solo la extraordinaria ola migratoria actual, por lo que las naciones de la región deben abordar en conjunto esta «tragedia humana», en referencia a los más de 300 mil caminantes que utilizaron este año la selva de Darién como vía para llegar al llamado sueño americano.
El programa también pretende ayudar a reducir las vulnerabilidades de los migrantes, a contrarrestar las acciones de quienes se dedican al contrabando y la trata de personas, y a disminuir la migración irregular.
Youth obvió, sin embargo, lo que la pasada semana aseveró el subsecretario adjunto de comunicación del Departamento estadounidense de Seguridad Interior (DHS), Luis Miranda, cuando también habló de reforzar la presencia de unidades policiales de Panamá y Colombia en el vasto territorio de 266 kilómetros de largo y 575 mil hectáreas de superficie
De otra parte, desde el pasado 12 de mayo, el gobierno del presidente Joe Biden levantó una norma sanitaria que permitía bloquear a casi todos los migrantes que llegaban sin los documentos necesarios para entrar al país.
Desde entonces Washington aplica una ley que permite la expulsión con prohibición de reingreso durante cinco años y un posible procesamiento judicial, recordó Miranda.
En esos tres meses, Estados Unidos ha deportado ya a más de 145 mil personas, según datos oficiales.
«Quiero dejar en claro que continuamos aplicando la regla que anunciamos en mayo, con consecuencias para quienes no tienen una base legal para permanecer en Estados Unidos», recordó a la prensa el funcionario.
Sin embargo, la migración se incrementa y los pronósticos apuntan a que para finales de 2023 , medio millón de viajeros habrán transitado por la peligrosa selva de Darién.
Los extranjeros, en su mayoría venezolanos, haitianos y ecuatorianos, afirman sentirse seguros de sus “coyotes” y el éxito de la travesía a pesar de los riesgos naturales que enfrentan, sin contar los acosos y violaciones de bandas criminales asociadas a este flagelo.
Para Youth los motivos son varios (conflictos, inseguridad, reunirse con familiares) por eso la disposición de la Casa Blanca de “atacar” las supuestas causas con ayuda humanitaria y programas de desarrollo para que haya oportunidades, sin embargo, la realidad sobrepasa todo pronóstico y algunas organizaciones sociales alertan sobre el excesivo incremento de efectivos militares en el Darién.
La propia directora del Servicio Nacional de Migración, Samira Gozaine, indicó a la prensa que la realidad sobrepasa y afirmó que Panamá se ha quedado solo con este tema, al tiempo que solicitó que todos los países del continente sean parte del trabajo.
Para las autoridades locales y otros representantes de naciones emisoras y de tránsito los “malos de la película comunican más rápido los mensajes que captan a personas con engaños y se aprovechan de su desesperación”., en alusión al crimen que controla esos flujos.
En el mismo sentido, otra salida es difundir en forma coordinada mensajes disuasorios para evitar que los caminantes opten por esta vía terrestre arriesgando sus vidas, en vez de optar por un proceso legal .
También el Gobierno panameño propuso la creación de un Observatorio de Movilidad Humana para que las naciones puedan compartir información sobre números de personas que se están moviendo por su territorio o la región.
Serían datos básicos que puedan dar una idea de los flujos migratorios, y poder prepararse ante los movimientos en cantidad, dijo a Prensa Latina el vicecanciller Vladimir Franco.
Otros programas de regularización y registro en terceros países como Colombia, Ecuador y Guatemala surgen como una alternativa para que los migrantes puedan encontrar una vida en un tercer país que no necesariamente es Estados Unidos, según explicó Youth.
Al respecto, Gozaine opinó que no hay nada de “humanitario” en que se permita este flujo irregular de seres humanos en donde se dan violaciones a mujeres, niños y hombres, donde les roban y los violentan, “nos hemos quedado solos”, y hasta llamó a cerrar las fronteras como se hizo cuando la Covid-19.
La titular de Migración fue enfática al afirmar que no se trata de una movilidad humana forzada, sino que le venden a personas el sueño americano y les dicen que es fácil pasar de frontera a frontera, porque están protegidos por derechos humanos muy mal entendidos y que los países no los pueden detener.
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