Algunos analistas consideran que la reciente cumbre de la OTAN en esta capital, buscó lanzar una fachada de unidad, aunque Turquía se encargó de poner en entredicho ese propósito, y de su capacidad para relanzar nuevas estrategias internas.
El secretario general de la alianza atlántica, Jens Stoltenberg, afirmó que de ninguna forma se pretendía iniciar una nueva Guerra Fría, ahora contra China, pero el texto final de la cumbre de dos horas y media pareció señalar lo contrario.
A diferencia de 2019, cuando el entonces presidente estadounidense, Donald Trump, agrió nexos con sus aliados al demandarles más gastos militares y amenazar con salir de esa entidad, ahora China si apareció como una presunta amenaza.
El encuentro en esta urbe de los 30 integrantes del pacto trasatlántico intentó demostrar una unidad de posición al respaldar la estrategia de contención del gigante asiático por parte de Washington, impotente ante el avance económico chino.
La posición respecto al país asiático intentó demostrar una unidad de la OTAN en torno a Estados Unidos, que Turquía puso en duda al plantear sus claras diferencias con Washington respecto a la compra de los sistemas S-400 y al conflicto sirio.
De acuerdo con el diario Nezavisimaya Gazeta, antes de reunirse aquí con el presidente norteamericano, Joseph Biden, y francés, Emmanuel Macron, su similar turco, Recep Tayyip Erdogan, advirtió que no había temor para plantear diferencias.
Por otro lado, Europa pareció buscar una recomposición de sus relaciones con la Casa Blanca, pues Biden logró que sus aliados aceptaran un aumento del presupuesto militar del bloque en un 4,1 por cierto, hasta un billón 49 mil millones de dólares.
Estados Unidos aportará en 2021 726 mil millones de dólares y los otros aliados 323 mil millones de la moneda norteamericana, indicó el rotativo ruso Kommersant.
Los gastos de Defensa se registran cuando la alianza atlántica no está involucrada directamente en ningún conflicto activo y cuando está en curso su salida de Afganistán, destacan analistas.
Stoltenberg, como lo hizo en el pasado con otras amenazas fabricadas por la OTAN, afirmó que era necesario financiar las medidas de respuesta de ese bloque a los nuevos desafíos, incluido el supuestamente provocado por China.
Llama la atención que la declaración final de la mencionada cumbre se refiere como gran desafío al hecho de que el país asiático acelera el desarrollo de sus armas nucleares, aunque posee toda la legalidad internacional para hacerlo.
Además, acusa a Beijing de unir el sector militar con el civil, cuando eso ocurre en gran parte de las potencias occidentales. Pero cualquier ingrediente parece ser bueno para ‘fabricar una nueva amenaza’.
La OTAN discutió en esta capital un programa de desarrollo hasta 2030, donde vuelve a situarse como un ente con poderes para actuar y resolver problemas en cualquier parte del orbe, con prerrogativas que ni siquiera la ONU posee.
Asimismo, el documento final puso en dudas las versiones aparecidas en la publicación Defense News sobre la anunciada intención de Europa de evitar el despliegue de armas nucleares en esa región.
La alianza atlántica nunca se pronunció respecto a la oferta hecha por Rusia, al ponerse fin al Tratado de Armas Nucleares de mediano y corto alcance en 2018, para evitar un despliegue de misiles de ese tipo en Europa, recuerda Nezavisimaya Gazeta.
En fin, la cumbre de la OTAN sirvió, entre otras cosas, para mostrar el estreno de sus nuevos enemigos, con el fin de justificar más gastos bélicos y la supuesta necesidad de efectuar maniobras como Defense Europe, con 40 mil militares.
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