Michael Aung Ling, párroco de la parroquia católica de Hakha (oeste), fue secuestrado, interrogado durante 11 horas y luego liberado, bajo sospecha de apoyar a las fuerzas de resistencia en Kanpetlet, una ciudad del estado de Chin.
Fue puesto en libertad solo después de firmar un documento en el que declaraba su compromiso de no apoyar a grupos o movimientos que se oponen a los militares, indica la publicación digital The Irrawaddy.
La misma suerte corrieron seis sacerdotes y otra persona que fueron secuestrados en un pueblo de Mandalay (centro), acusados de ayudar a jóvenes rebeldes.
Myanmar vive una profunda crisis política desde el pasado 1 de febrero, cuando una junta militar derrocó al gobierno electo y tomó el poder por la vía violenta.
Las fuerzas de seguridad intentan sofocar las protestas casi diarias a favor de la democracia con una fuerza letal, mientras que los rebeldes étnicos protagonizan feroces combates en sus territorios.
La Asociación de Asistencia a Presos Políticos asegura que más de 800 civiles han muerto en la represión, y unas cinco mil personas han sido arrestadas, incluidas decenas de periodistas.
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