Al intervenir en la Asamblea General, el viceministro primero de Relaciones Exteriores, Gerardo Peñalver, aseguró que estos actos no pueden ser tolerados con impunidad al tiempo que llamó a la comunidad internacional y la Organización de las Naciones Unidas a repudiarlas.
El país ha sufrido durante décadas las consecuencias de acciones terroristas, con un saldo de tres mil 478 muertos y dos mil 99 discapacitados, precisó el también representante permanente durante el debate dedicado a las Medidas para eliminar ese flagelo en el mundo.
«A 45 años de la explosión en pleno vuelo, frente a las costas de Barbados, de un avión de la aerolínea Cubana de Aviación, que causó la muerte a 73 personas, los cubanos vemos con indignación que todavía no se haya hecho justicia a las víctimas de este horrendo crimen», denunció Peñalver.
En ese sentido, el diplomático recordó el reciente ataque con cócteles molotov contra la embajada de La Habana en Washington el 24 de septiembre último, el segundo contra esa sede en tres años.
En abril de 2020, un individuo disparó 32 proyectiles de un fusil semiautomático contra el edificio, poniendo en peligro las vidas de 10 funcionarios que se encontraban allí, añadió el vicetitular.
Al cabo de tres años, el comisor del hecho aún espera ser juzgado y el gobierno de los Estados Unidos se rehúsa a calificarlo como un acto terrorista, enfatizó.
Peñalver condenó otro evento similares contra la embajada en París, en julio de 2021, resultado de la brutal campaña de incitación al odio, la violencia y la realización de actos hostiles desatada con total impunidad en el espacio virtual desde territorio norteamericano.
El país caribeño, agregó, considera la práctica de apoyar actos subversivos de «cambio de régimen» como violatorio de los principios de la Carta de las Naciones Unidas y del Derecho Internacional.
Igualmente rechazó los mensajes de intolerancia y odio contra otros pueblos, culturas o sistemas políticos, mediante el empleo de modernas tecnologías de la información y las comunicaciones, como la campaña política-comunicacional de Washington contra Cuba.
La actuación enérgica y la condena de la isla al terrorismo es absoluta y categórica contra todos los actos, métodos y prácticas de este tipo en todas sus formas y manifestaciones sin importar los autores, víctimas, motivaciones o involucrados.
Este flagelo, subrayó, no puede ni debe vincularse con ninguna religión, nacionalidad, civilización o grupo étnico alguno mientras que su enfrentamiento debe encaminarse a la prevención para erradicar sus causas raigales.
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