Los pocos camiones que han llegado desde el 21 de octubre a través de Egipto no son más que migajas que no supondrán ninguna diferencia para dos millones de personas, advirtió. Se necesita, agregó, un flujo de ayuda significativo e ininterrumpido, lo que demanda un alto el fuego humanitario para garantizar que esta ayuda llegue a quienes la necesitan.
Por su parte, la portavoz de la Oficina de Derechos Humanos, Ravina Shamdasani, lamentó los testimonios desgarradores de padres que escribían los nombres de sus hijos en sus brazos para poder identificar sus restos.
Miembros del personal sobre el terreno alertaron los riesgos del contexto donde cada noche evalúan si dormir al aire libre o bajo techo, sopesando los riesgos de morir por la caída de un techo o por metralla.
El representante del Programa Mundial de Alimentos de la ONU en Palestina, Samer Abdeljaber, describió la situación como una pesadilla sin forma de despertar de ella.
Las terribles condiciones en los refugios designados por la Agencia de la ONU para Refugiados Palestinos casi triplican su capacidad, remarcó.
En tanto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que se necesita un mínimo de 94 mil litros de combustible por día para “mantener en funcionamiento las funciones críticas” en 12 hospitales importantes de Gaza.
Dos de cada tres hospitales del enclave están “parcialmente funcionales”, dijo el representante de la OMS en Palestina, Richard Peeperkorn.
La escasez de energía y suministros médicos pone en riesgo a mil pacientes renales que necesitan diálisis, 130 bebés prematuros en incubadoras, dos mil pacientes con cáncer y decenas de otros con ventiladores en unidades de cuidados intensivos, subrayó Peeperkorn.
Los 74 camiones de ayuda llegados por el cruce de Rafah desde el 21 de octubre, y los otros ocho que se espera lleguen hoy, resultan muy pocos en comparación con los 450 camiones que entraban diariamente a Gaza antes de la crisis.
“Son una gota en el océano”, aseguró.
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