En su canal de Telegram, el movimiento confirmó las operaciones contra el sitio de Al-Sammaqa en las granjas libanesas ocupadas de Shebaa, así como al punto militar de Miskav Am, en el lado oriental de la línea fronteriza.
Según precisó, también atacaron la posición de Ramiah y una agrupación de infantería israelí en la posición de Malikiya, esta última después de un cuidadoso seguimiento y vigilancia.
Al mismo tiempo, la Resistencia lanzó un misil tierra-aire contra un dron israelí en la zona oriental de Khiam.
En este contexto, las Brigadas Al-Qassam dispararon desde Líbano 16 cohetes hacia el asentamiento Nahariya en el norte de la frontera con los territorios palestinos ocupados.
También las Fuerzas Al-Fajr (Almanecer), el ala militar de la Agrupación Islámica Libanesa, se atribuyeron la responsabilidad de bombardear zonas en el norte de la frontera.
Por su parte, Israel mantuvo sus ataques contra áreas forestales entre Alma Al-Shaab y Naqoura, en el sur de la nación.
Los medios israelíes informaron que las sirenas fueron activadas en las zonas de Galilea Norte y Alta Galilea, y se escucharon explosiones en los asentamientos Shlomi, Mitzova y Al-Bassa.
En su respuesta a los bombardeos israelíes, los combatientes de Hizbulah infligieron graves daños a sitios instalados a lo largo de la frontera como base para el espionaje, la piratería y la invasión.
A criterio de expertos, las operaciones de la Resistencia libanesa constituyeron una traducción práctica de la estrategia defensiva con su dimensión de contrainteligencia para disuadir a Israel y defender la soberanía de la nación.
Desde el primer momento de la operación Diluvio de Al-Aqsa el 7 de octubre, Hizbulah reafirmó su compromiso con la liberación de la tierra libanesa ocupada y la solidaridad con la resistencia y el pueblo palestino.
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